La universidad intercultural Ayuuk, una semillita educativa en Oaxaca
Esta escuela indígena e
intercultural, fundada por jesuitas, busca fortalecer el proceso de
reconstitución de los pueblos y territorios indígenas a través del
rescate de la cultura, conocimientos y cosmovisión del pueblo ayuuk.
Genaro Vásquez
Oaxaca,
México. Un nuevo esfuerzo de educación intercultural crece en la zona
ayuuk (o mixe); de la mano de las comunidades y los docentes, dos
generaciones de estudiantes indígenas trabajan ya en y para sus pueblos.
Fundada en el 2006 como una universidad
privada de acceso público, esta escuela -creada con gente de la zona
ayuuk y con el Sistema Universitario Jesuita, entre otros actores- se
plantea como una alternativa a las grandes carencias y para la búsqueda
de los sueños de la zona mixe.
La perspectiva indígena e intercultural
de esta nueva iniciativa obedece a la necesidad de reconocer y
fortalecer las culturas indígenas del país, sus conocimientos y su
visión de la vida, como una forma de apuntalar el proceso de
reconstitución de los pueblos y territorios indígenas, en este caso del
pueblo ayuuk. Además, se busca fomentar el diálogo intercultural de
saberes, conocimientos, imaginarios e iniciativas que permitan el
enriquecimiento mutuo.
No ha sido una tarea fácil, pues los
frenos burocráticos de las instancias educativas y la ideología colocada
en la juventud indígena también tienen efectos negativos fuertes que
impiden su consolidación.
En la comunidad sede, Jaltepec de
Candayoc, la gente vive del campo; sin embargo, a sus hijos les han
bloqueado el trabajo campesino y la capacidad de hablar su idioma
nativo; impera una ideología estadunidense y de búsqueda de
oportunidades económicas para abastecerse de las cosas materiales.
¿Será que la vida en el campo perdió
sentido para la juventud? ¿Será que la educación, desde la básica hasta
la superior, se ve incapacitada para revertir estos procesos? ¿Ahora los
profesores ya no son agentes de cambio, sino simples reproductores de
un modelo educativo convencional? ¿Las lenguas indígenas serán
condenadas a la desaparición en cuanto no se ofrezcan más becas, apoyos y
estímulos?
Éstas y otras preguntas ponen en la
encrucijada a la Universidad Ayuuk porque no estamos solamente ante un
problema socioproductivo, sino más bien ante un cambio global con
múltiples dimensiones. No obstante, el proyecto hace sus esfuerzos
creando lazos de cooperación entre estudiantes, creando proyectos
comunitarios, hermanando esfuerzos interinstitucionales y, sobre todo,
mostrando que a pesar del gran reto se puede seguir adelante.
Nos toca ver un tiempo difícil de
entender, pero a su vez con una fuerte iniciativa de seguir caminando y
cobijando sueños. Trabajar con jóvenes que han sido rechazados en otras
universidades o que tienen que hablar nuevamente su idioma nativo
significa pasos gigantescos, pues el modelo hegemónico no permite eso.
Sin embargo, los trabajos de la
universidad tiran semillitas: lleva dos generaciones de estudiantes,
varios de los cuales trabajan ahora con sus comunidades; otros, en
alguna organización civil, y algunos cuantos migraron a las ciudades en
búsqueda de trabajo; los niños empiezan a practicar su idioma y se
trabajan temas de conservación de la madre tierra.
Con estas nuevas propuestas estamos ante
dos grandes retos: posicionarnos como proyecto educativo alternativo
bajo cuestionamientos reales, y por otro lado, fortalecer las
iniciativas comunitarias entre profesores, estudiantes y comunidad en
general, y así minimizar la fuga de cerebros indígenas.
Por tanto, urge unir esfuerzos para que,
mediante “tequio intelectual” , sigamos compartiendo saberes,
emociones, gustos y pasiones, como lo han hecho las universidades
jesuitas, organizaciones civiles independientes, universidades como la
de Chapingo y la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), entre
otros.
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