Los importantes éxitos obtenidos por las técnicas del ADN recombinante en el campo de la investigación biológica han llevado a aplicarlas también en la producción de fármacos, en la medicina, en la agricultura y en la industria.
Las biotecnologías permiten producir proteínas humanas a partir del ADN recombinante. La insulina ha sido una de las primeras proteínas humanas producidas mediante ingeniería genética. La insulina es una hormona muy importante que regula el metabolismo de los azúcares: la producen unas determinadas células del páncreas y se incorpora directamente al flujo sanguíneo. La diabetes es una enfermedad provocada por la falta de insulina y puede curarse con la administración diaria de esta hormona.
Antes de que se descubriera el ADN recombinante, la insulina suministrada a los pacientes se extraía del páncreas de cerdo o de ternera; esta insulina, aunque es también biológicamente activa en el hombre, presenta pequeñas diferencias en la secuencia de aminoácidos respecto de la molécula humana. Las diferencias causaban en algunos individuos graves reacciones inmunitarias. El problema quedó resuelto con la insulina obtenida a partir del ADN recombinante, ya que esta es idéntica a la que el hombre produce fisiológicamente. La técnica consiste en la síntesis química del gen humano encargado de codificar la insulina y en su clonación en vectores plasmídicos transferidos a células de E. coli en las que el gen se expresa a niveles altos.
Tras purificarla, la insulina así obtenida es apta para su uso.
Esta tecnología se aprovecha también para la producción de vacunas como la de la hepatitis vírica B. Antes de disponer de la técnica del ADN recombinante, las vacunas de obtenían a partir de derivados muertos de los virus infecciosos, o bien de virus vivos modificados de tal manera que resultasen incapaces de reproducirse una vez inoculados en el organismo. Su funcionamiento consistía en asegurar la presencia de antígenos víricos en las células del sistema inmunitario, los linfocitos B o T, fomentando una respuesta inmunitaria en el caso que el organismo entrara en contacto con el virus infeccioso.
Sin embargo, las vacunas así obtenidas pueden resultar peligrosas por el hecho de estar contaminadas con el propio virus, lo que implica el riesgo de que provoquen la infección del organismo al que se inoculan (en realidad, la producción de vacunas con la tecnología del ADN recombinante representa una gran esperanza para la medicina moderna, ya que permite confeccionar vacunas integradas únicamente por la proteína de superficie del virus (o de la bacteria) que es capaz de inducir la respuesta inmunitaria.
Las biotecnologías permiten producir proteínas humanas a partir del ADN recombinante. La insulina ha sido una de las primeras proteínas humanas producidas mediante ingeniería genética. La insulina es una hormona muy importante que regula el metabolismo de los azúcares: la producen unas determinadas células del páncreas y se incorpora directamente al flujo sanguíneo. La diabetes es una enfermedad provocada por la falta de insulina y puede curarse con la administración diaria de esta hormona.
Antes de que se descubriera el ADN recombinante, la insulina suministrada a los pacientes se extraía del páncreas de cerdo o de ternera; esta insulina, aunque es también biológicamente activa en el hombre, presenta pequeñas diferencias en la secuencia de aminoácidos respecto de la molécula humana. Las diferencias causaban en algunos individuos graves reacciones inmunitarias. El problema quedó resuelto con la insulina obtenida a partir del ADN recombinante, ya que esta es idéntica a la que el hombre produce fisiológicamente. La técnica consiste en la síntesis química del gen humano encargado de codificar la insulina y en su clonación en vectores plasmídicos transferidos a células de E. coli en las que el gen se expresa a niveles altos.
Tras purificarla, la insulina así obtenida es apta para su uso.
Esta tecnología se aprovecha también para la producción de vacunas como la de la hepatitis vírica B. Antes de disponer de la técnica del ADN recombinante, las vacunas de obtenían a partir de derivados muertos de los virus infecciosos, o bien de virus vivos modificados de tal manera que resultasen incapaces de reproducirse una vez inoculados en el organismo. Su funcionamiento consistía en asegurar la presencia de antígenos víricos en las células del sistema inmunitario, los linfocitos B o T, fomentando una respuesta inmunitaria en el caso que el organismo entrara en contacto con el virus infeccioso.
Sin embargo, las vacunas así obtenidas pueden resultar peligrosas por el hecho de estar contaminadas con el propio virus, lo que implica el riesgo de que provoquen la infección del organismo al que se inoculan (en realidad, la producción de vacunas con la tecnología del ADN recombinante representa una gran esperanza para la medicina moderna, ya que permite confeccionar vacunas integradas únicamente por la proteína de superficie del virus (o de la bacteria) que es capaz de inducir la respuesta inmunitaria.
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