El proyecto minero de origen canadiense que ya obtuvo 22 concesiones y autorizaciones para operar en 6 mil hectáreas de Wirikuta, en especial en la Sierra de Catorce, en San Luis Potosí, impactaría profundamente en la cultura indígena Huichola, pues atentaría contra el territorio considerado uno de los altares de mayor importancia donde los peregrinos acuerdan la fertilidad y el equilibrio del mundo.
Durante el paso de la Caravana por la Paz con Justicia y Dignidad en San Luis Potosí, el 5 de junio pasado, encabezada por el poeta Javier Sicilia, miembros del Consejo Regional Wixarika por la Defensa de Wirikuta expresaron públicamente que “en estos tiempos de violencia extrema en nuestro país, que están acabando con los tejidos sociales, con este megaproyecto (minero) están secuestrando y quieren asesinar a nuestra madre la Tierra, a la que tienen amagada, y buscan la desaparición forzada de todo un pueblo, el pueblo Wixárika”.
Humberto Fernández Borja, presidente y director de Conservación Humana AC y coordinador en México del Programa Unesco para la Conservación Ambiental con base en la Cultura para el Desarrollo Sustentable, recordó en entrevista que el problema que enfrenta Wirikuta surgió hace unos años, cuando una empresa minera de origen canadiense, First Majestic Silver Corp. Real Bonanza SA de CV, compró acciones de varias empresas mexicanas para instalarse en zonas que son parte del área natural sagrada protegida.
Después, al posicionarse en la región, la empresa logró la autorización correspondiente por concepto de impacto ambiental, emitida por la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) y un dictamen avalado por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
Fernández Borja explica que la travesía para que Wirikuta formara parte de la Lista Indicativa de Patrimonio Mundial fue muy ardua y difícil. A partir de 1994, recordó, él inició la promoción de la zona como área natural protegida, y en 1998 la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio) reconoció como tal la Sierra de Catorce. En el año 2000 se logró aumentar el territorio de la reserva de 74 mil a 140 mil hectáreas, y en 2002 se integró en la Lista Indicativa.
Llegar a ello, dijo, implicó un gran esfuerzo, por lo que ahora, ante la amenaza que constituye la minera, la sociedad civil y las organizaciones deben mantenerse en alerta ante la posibilidad de que se inicie esa actividad, que afectaría a Wirikuta y todos los usos y costumbres huicholas.
A pesar de que hasta este momento la minera no ha iniciado algún tipo de operación, es importante sensibilizar a las autoridades mexicanas para que revoquen esas autorizaciones y permisos.
Empresas jitomateras
No obstante, el peligro más latente que enfrenta Wirikuta en este momento, incluso más que la minera, indicó Fernández Borja, es la proliferación en la región de las llamadas “jitomateras”, empresas de carácter agroindustrial que rentan tierras a un bajo costo, establecen invernaderos y los desmontan dos o tres años después, cuando han agotado el agua del lugar, para establecerse en otro sitio.
A la fecha, afirmó el activista, las “jitomateras” afectan sustancialmente los recursos naturales que deberían estar en resguardo de los usos y costumbres indígenas, además de que se rumora que esos proyectos de inversión son producto de lavado de dinero.
La minera es una amenaza para Wirikuta (porque aún no opera), pero las jitomateras incurren realmente en delitos ambientales sin que la Procuraduría Federal de Protección Ambiental (Profepa) haga algo al respecto.
Organizaciones civiles, entre ellas Conservación Humana AC, han interpuesto un amparo en contra de la operación de la empresa, pero como ésta todavía no realiza algún tipo de actividad y no ha cometido un delito, no se puede emprender algún procedimiento jurídico en su contra.
Por tanto, la acción a seguir consiste en realizar por todos los medios posibles una campaña de alerta e intentar sensibilizar a las autoridades de la Semarnat y la Comisión Nacional del Agua (Conagua) para que revoquen las concesiones y los permisos otorgados, ya que hay evidencias de que el proyecto afectaría la ecología de la zona, al contaminar y desecar los manantiales considerados sagrados.
En febrero pasado, durante una visita a Zacatecas, Rafael Elvira Quezada, titular de la Semarnat a nivel nacional, aseguró en entrevista para este diario que hay la regulación necesaria para obligar a las empresas a utilizar tecnología que evite más daños a los recursos naturales, e incluso afirmó que “los permisos no se firman sobre las rodillas”.
Además, indicó que “tenemos toda la intención de ser muy firmes en la liberación de los permisos, porque los analizamos a fondo y no tenemos ni reconocemos presiones de absolutamente nadie para liberar una autorización. Eso nos da solidez para que, si se da un permiso, la sociedad tenga confianza en una secretaría que no acepta algún tipo de compromiso ni presión”.
¿Cuál es el beneficio
para nuestro país?
A decir de Fernández Borja, esas declaraciones del funcionario federal son falsas y afirmó que los permisos se otorgan según los intereses políticos de por medio. “¿Cuál es el beneficio para México con esos proyectos si no generan crecimiento sino sólo empleos inseguros y mal pagados?, ¿por qué se bajan los calzones ante los extranjeros?”, cuestionó el también colaborador del Museo Zacatecano.
Por tanto, “si el objeto de toda esta tragedia es el dinero, con firmeza informamos que será infinitamente más barato sacar a esta empresa que lamentar la tragedia ecológica, espiritual y social que puede provocar escarbar y sacar las entrañas de Wirikuta”, según manifestó el Consejo Regional Wixarika por la Defensa de Wirikuta.
Cabe señalar que alrededor de 18 mil huicholes habitan en un territorio de más de 400 mil hectáreas al sur de la Sierra Madre Occidental, donde convergen los estados de Jalisco, Nayarit, Zacatecas y Durango. Su organización política se basa en tres comunidades agrarias y diversos ejidos adyacentes, que a su vez abarcan cinco tribus o gobernancias, entre las que existen diferencias de dialecto, ritual o indumentaria.
La base de su organización social son los centros ceremoniales o tuquipa, distribuidos en sus tierras comunales. Hablan el Huichol o Huixrica, que no tiene escritura, y la función educativa del ciclo ritual es fundamental para el devenir histórico del pueblo Huichol, ya que así se recrea y transmite el legado ancestral, mediante cantos, relatos y rituales.
El propósito principal del ciclo ritual es mantener relaciones positivas con los antepasados y dioses que controlan la naturaleza. En ese sentido, es esencial en el ciclo la veneración a las deidades, que tienen su morada en los sitios sagrados naturales, que pueden ser montañas, ríos, manantiales, cuevas, bosques; y para lo cual se realizan peregrinaciones a lo largo de múltiples itinerarios para visitar los santuarios, entre éstos, la Ruta a Wirikuta, al este, y la Ruta de los Muertos, a la costa de Nayarit.
Por su parte, Julieta Medina Briones, directora del Museo Zacatecano, ubicado en la capital del estado y en el que se exhibe información y una amplia colección sobre la cultura Huichola, expuso que la Ruta a Wirikuta le compete a Zacatecas porque el peregrinaje desde la Sierra Madre Occidental atraviesa varios municipios.
Mitos Huicholes
Según la mitología Huichola, explicó, las primeras deidades se originan del mar y su travesía hacia el desierto significa la búsqueda del nacimiento del sol. Así, el recorrido se realiza cada año durante la época de sequía y para ellos el valor es fundamental, pues hacen la recolecta del peyote, pero además recrean sus mitos a fin de atraer la lluvia.
En consecuencia, un proyecto minero como el que se pretende realizar en la Sierra de Catorce es una amenaza contra ese ritual ancestral y también hay evidencias que indican que afectaría gravemente el ecosistema de la región.
Aunado a ello, Medina Briones afirmó que hay una contradicción importante, porque en los últimos años el gobierno de San Luis Potosí, en conjunto con organizaciones e instituciones a nivel estatal y federal, se interesó en la protección de Wirikuta e incluso se logró que en el año 2000 se ampliara la reserva estatal a más de 140 mil hectáreas.
Sin embargo, ahora una empresa canadiense ha obtenido 22 concesiones para realizar un proyecto minero, después de muchos años de esforzarse por proteger la riqueza que encierra esa región en varios aspectos, en especial con la cultura y la cosmovisión del pueblo Huichol, debido a que 70 por ciento de esas concesiones estaría dentro de ese territorio.
Cabe recordar que en 2008 el Presidente de la República convocó a los gobernadores de los estados de Jalisco, San Luis Potosí, Durango y Zacatecas a una reunión realizada en otro sitio sagrado ubicado en Durango, donde se firmó el Pacto de Hauxa Manaka’a, en el que los mandatarios se comprometieron a respetar la integridad ecológica del lugar.
No obstante, “poco tiempo después los intereses económicos han prevalecido sobre todo. En este caso no es trascendente discutir si es o no importante la minería, sino que en un sitio sagrado no se puede realizar porque tampoco pidieron opinión a las comunidades huicholas”, expresó Medina Briones.
La minería tiene dos aristas: es una industria que genera riqueza, pero también contamina, en particular porque generalmente se trabaja a tajo abierto, por lo que en ese caso se trata de un proyecto que afectaría directamente a Wirikuta, con la responsabilidad directa del Gobierno federal por ser el responsable de otorgar ese tipo de concesiones.
“Si se pone en la balanza el beneficio económico y el perjuicio a tanta riqueza en el terreno de lo intangible, creo que es algo totalmente desproporcional y ojalá que haya la sensibilidad para retirar el proyecto”, concluyó la directora del Museo Zacatecano.
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