¿Cuál es su cociente intelectual? Esta pregunta está de moda y lo
demuestran claramente el casi medio millón de resultados que obtenemos al
buscar "cociente intelectual" en Google.
La medición de la inteligencia ha sido un reto de la psicología desde
hace más de un siglo, cuando William Stern utilizó por primera vez el término
de "Cociente Intelectual", el famoso y polémico "CI". Este
concepto surgió como un intento de medir la inteligencia humana a través de
distintos test estandarizados y poder así situar a cada individuo en una
posición determinada comparado con la población. Pero, ¿existen una o varias
inteligencias?
La inteligencia y el cociente intelectual no han estado libres de controversia.
Existen diversas teorías sobre cuántas inteligencias hay.
En 1904 el psicólogo Charles Spearman propuso la existencia de una inteligencia
general que tendría un alto componente hereditario y que por tanto sería
bastante estable en el tiempo.
Distinguió además la inteligencia cristalizada, que tiene que ver con los
conocimientos adquiridos por la experiencia, de la inteligencia fluida, que se
relacionaría más con la capacidad para resolver situaciones nuevas en las que
no contamos con experiencia previa. Este último tipo de inteligencia es la que
se ha asociado en mayor grado al rendimiento académico y profesional.
Sin embargo, esa visión de la inteligencia fue retada cuando en 1983
Howard Gardner publicó su libro "Frames of Mind", donde expuso su
teoría de las inteligencias múltiples. Gardner definió hasta ocho tipos
distintos de inteligencia, que van desde la lógico-matemática o lingüística,
más clásicas, hasta la inteligencia musical, la interpersonal o la naturalista.
Según el autor la inteligencia es más que el rendimiento académico, y la define
como la capacidad para resolver problemas y crear productos de valor.
Según la innovadora concepción de Gardner, todas los tipos de inteligencia son
susceptibles de trabajarse y desarrollarse. Aunque no muchos aún, existen
estudios que avalan el hecho de que una persona puede aumentar su inteligencia
gracias al entrenamiento, incluso en la edad adulta, contrariamente a lo que se
pensaba hace unas décadas.
Sirva como ejemplo el trabajo desarrollado por un equipo del
Departamento de Psicología de la Universidad de Michigan en Ann Arbor, quien ha
demostrado que la inteligencia (medida a través de una prueba de razonamiento
lógico) puede mejorarse practicando con ejercicios de memoria de trabajo. Otras
programas que han logrado el mismo resultado han utilizado tareas atencionales
y de funciones ejecutivas, de creatividad e incluso videojuegos.
Está claro que aún nos queda mucho por conocer
respecto a estas cuestiones que tanto nos llaman la atención, Sin embargo,
parece que tiene sentido el pensar que, de algún modo, podemos llegar más allá
de lo que los genes parecen habernos dado a cada uno, pues el papel del entorno
cobra cada día más fuerza en la definición de nuestras capacidades
intelectuales. La filosofía del "no te conformes, un mejor cerebro es
posible" cobra fuerza.
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