LA COMUNICACIÓN EN EL AULA
Por mucho tiempo excluida, la comunicación en el aula es una área muy
importante para reflexionar y actuar. Difícilmente es concebible la acción
educativa sin un docente y un alumno, por eso consideramos necesario revisar
las relaciones que se establecen entre ellos, no sólo el vínculo educativo, sino
también el comunicativo. Hay autores que consideran al hombre como un ser
social, productor y agente de relaciones que elabora gradualmente
informaciones y busca y descubre otras más. El vínculo entre los conceptos de
educación y comunicación debe analizarse a partir de que la educación es un
fenómeno social que implica relaciones de enseñanza-aprendizaje (Meléndez,
1985). La comunicación interpersonal e intermedia es característica del
ámbito escolar puesto que los participantes se relacionan cara a cara y
comparten cierta finalidad. Sin embargo, la bidireccionalidad en la
comunicación no es sólo una cuestión entre dos personalidades, es también un
proceso de comunicación interna.
Cuando el alumno logra expresar
una idea de modo que otros puedan comprenderla es cuando él mismo la aprende
y la comprende verdaderamente, es lo que ahora llamamos internalización de la
cognición para llegar a la metacognición.
Es un reto evitar las clases
expositivas (resultan cómodas para el docente aún cuando ha sido asesorado y
capacitado), la pobreza expresiva (no tienen vocabulario ni expresiones
adecuadas para un lenguaje cotidiano) y la incapacidad de entusiasmo en el
aula (sólo se entusiasman fuera del aula y en otros espacios en general)
(Prieto C. 1994). El sistema tradicional es desolador, es triste. Revisar las
sugerencias y atenderlas como reto debiera ser lo más importante pues es
donde podemos aprovechar la oportunidad. Los estudiantes no encuentran
elementos suficientemente relevantes en sus escuelas, lo que explica su alto
porcentaje de fracaso (Pérez, 2000).
La comunicación entre docentes
es necesaria pues su relación refleja en el mundo escolar la percepción de
los otros sistemas sociales: la cordialidad, afecto, tolerancia y disposición
deben reflejarse en su actitud diaria frente a los jóvenes. Aquí aparece la
renovación o actualización como un nuevo camino que abre la posibilidad de
combatir el desconcierto del profesor al permitirle el ensayo de innovaciones
(Samarrona, 1988)
Los alumnos y docentes son emisores
y después perceptores de mensajes y tienen como fin común su formación
escolar en los distintos niveles. El aprendizaje se da cuando existe un
cambio de conducta significativo que resulta de la interacción del emisor y
el perceptor en el intento por la apropiación del conocimiento (Santoyo,
1981). La educación, más que un espacio de aprendizaje, se ha convertido en
un proceso que caracteriza a los individuos de igual manera, sin atender sus
diferencias y características peculiares, deben estar procesando la
información y regulando metas controladas en los distintos niveles. La
enseñanza homogeneizada no requiere que el estudiante hable y exprese un
pensamiento propio (Kaplún, 1998).
Para dicho autor la educación
busca transformar y es el contexto social quien lo condiciona, por ello es
necesario revisar el contexto y ello nos ayudará a definir el área que
requiere de nuestra intervención como docentes. La educación debe ser el eje
de la revolución interna del concepto mismo.
Dentro del contexto aparecen las
tecnologías en el aula, la televisión, Internet, los periódicos y medios
masivos. Con la aparición de la sociedad de información las fuentes del saber
se multiplicaron, la transformación ha afectado a muchos estudiosos. La
capacidad de la escuela de mantener a los estudiantes en un ámbito controlado
de educación y aprendizaje resistente al mundo exterior ha declinado. Las
tecnologías las manejan más los alumnos que los docentes y entonces son los
maestros quienes se apoyan en el trabajo de sus alumnos, no son creativos ni
aceptan el reto de sus aprendizajes. La televisión es un aparato que no
permite la interacción y por ser una empresa comercial lo que busca es ser
vista, no educar, educar no es negocio, al menos no como el que ahora se
presenta saturado de propaganda comercial y que capta auditorio con
programaciones de entretenimiento y distracción que le permitan a su público
alejarse de su problemática realidad.
La tendencia deberá ser hacia
un nuevo concepto de comunicación no monopolizado. La influencia de los
medios y el encanto de atracción que produce en los adolescentes es asombrosa
considerando la cantidad de actividades y tareas que pudieran realizar, los
absorbe y entretiene durante largos lapsos de tiempo que ninguna otra
actividad los retiene, se desconectan de su situación real para desarrollarse
sobre todo en una situación virtual dada la falta de motivación por las
instituciones y la poca atención y comunicación con los miembros de su
familia. La reflexión y reconsideración de estos ambientes debieran revisarse
y discutirse para crear intencionalmente momentos de comentarios e
intercambios de ideas.
Internet es el medio actual de
comunicación en donde encuentras toda la información que desees y que puedes
reproducir y ajustar a tus necesidades, la velocidad con la que se registran
materiales electrónicos actualizados y recientes ha superado la imaginación
de adultos. Revistas y periódicos también tienen una tendencia meramente
comercial, sólo que la palabra impresa expresa situaciones con mayor
objetividad pudiéndose comparar con otras publicaciones. Los libros están
perdiendo valor por la cantidad de publicaciones electrónicas a las que se
puede acceder y probablemente tienda a perderse, ello implica actualización
de quien lo requiera pero dentro de la escuela tratando de impulsar el
verdadero hábito de la lectura.
No hay que olvidar que gracias
al lenguaje podemos expresar las experiencias que darán lugar a un nuevo
estilo de vida, diferente, innovador o en el otro extremo, pasivo y desolador.
Se considera que la comunicación con los jóvenes es básica para la construcción del concepto de sí mismo; es la vía por la cual, el adolescente crea ese concepto y comprende el valor que como persona tiene (Cubero, 2004). Sentirse reconocido por el entorno, es importante para la formación de la identidad personal, por lo que de la calidad de las relaciones primarias depende, en gran parte, cómo se percibe y considera a sí mismo el individuo posteriormente, y cómo mira el mundo que lo rodea.
Crear el entorno necesario y
formar esa conciencia en los docentes es un reto en la vida diaria,
fácilmente cae (la mayoría) en un juego de palabras, lucha verbal y por
supuesto, el docente como adulto domina la situación pues el adolescente se
sabe derrotado ante una autoridad. Son los jóvenes que por características de
su edad manifiestan constantemente injusticias y abuso a sus derechos como
estudiantes de una institución, discuten y argumentan muchas veces sin razón
o manejando sólo la parte de la situación que les conviene, no es fácil un
diálogo con respeto a las ideas expresadas y menos aún la libertad para
manifestarse. Si el adulto, que es el docente, reflexiona acerca de esta
situación y cada vez que entabla diálogo con los adolescentes cobra
conciencia y control de sus frases verbales y actitudes corporales, con toda
la intención de atender la manifestación expresada y revisando rápidamente el
contexto en que se está realizando, considero que se avanzará en ese proceso.
La comunicación cordial, de entendimiento y tolerancia debe procurarse en las
aulas, el docente deberá ser perceptivo a la razón de enojo o disgusto de
quien le aborda en tal estado emocional, de otro modo la mente del joven
trabajará con un distractor que impedirá se involucre en el trabajo del aula,
el motivo de su presencia en una institución educativa. La comunicación
contradictoria y el monólogo son un problema con los adolescentes pues los
dobles mensajes desconciertan al que recibe información provocando poca
credibilidad o angustia, generan confusión y provocan reacciones de
indisciplina, preocupación de todos los que participan en los centros
educativos.
La disciplina y el ambiente de
aprendizaje educacional deberían comenzar con la interacción entre el docente
y sus alumnos. El docente en grados básicos está en inmejorables condiciones
para sentar las bases de actitudes positivas sobre las cuales se puede
edificar la futura educación de cada uno de ellos o de otro modo, llenará de
indiferencia y menosprecio su labor cotidiana.
No podemos satisfacer todos los
requerimientos y demandas de los adolescentes, se requiere priorizar,
negociar y tomar decisiones, esa será la verdadera labor del docente,
favorecer el desarrollo de estos procesos reflexivos en el aula, dentro de
una convivencia armónica. Los estilos de comunicación breves, explicativos y
cordiales son los que mejores resultados presentan en la interacción
maestro-alumno (Dobson, 1976)
El trabajo educativo no se
limita a información y a actividades dentro de la institución, es una labor
que trascenderá cuando nuestros alumnos ya formados egresen y participen
activamente en nuestra sociedad, desarrollándola para la aplicación de la
teoría escolar en nuevos ambientes.
En el transcurso de las
actividades cotidianas los alumnos de secundaria presentan elementos
familiares y del ambiente en que han crecido. Su identidad requiere
relevancia cuando las bromas, apodos y algunas conductas se manifiestan en el
aula, es la oportunidad de compartir algo con sus amigos y compañeros. Se
expresan así porque ese es su contexto natural, parece entonces que la
institución educativa es rebasada por lo aprendido en la calle o en la
familia, aquí es donde se “atreven” a manifestarlo y algunos más, al
resultarles atractivo, comienzan a imitar las expresiones y actitudes de
otros para ser incorporados y aceptados en esos nuevos ambientes. Es cierto
que la violencia entra en las salas de clase generalmente con sus raíces de
casa, pero a este respecto, los adultos docentes no estamos preparados para
enseñar a nuestros jóvenes a resolver sus conflictos pacíficamente, no
propiciamos el diálogo con respeto y tolerancia pues ante estas situaciones
generalmente intervenimos y violentamente imponemos el orden, hacemos un
monólogo y escuchamos después (Covarrubias, 2000).
El rendimiento de los alumnos,
su proceso de integración a través de la comunicación, su formación para el
trabajo, así como el análisis de roles no se dan con una técnica escrita, es
un proceso que se va logrando y que recae principalmente en el docente pues
es quien elaborará los medios y momentos para alcanzar la disposición de los
jóvenes.
No todas las personas tendrán
que ser expertas en comunicación, sin embargo, es necesario considerar que
todas las personas involucradas en el ambiente educativo tienen la obligación
e innegable responsabilidad de dedicar tiempo a la reflexión sobre la
conducta personal, de manera que la percepción de quienes con el docente
tienen contacto sea clara y positiva, teniendo un ejemplo de actitud a
seguir. Tienen también el compromiso de organizarse en mesas de reflexión
acerca de la docencia en general y del ambiente de comunicación que en
conjunto crean juntos en la institución.
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viernes, 8 de marzo de 2013
Comunicate en el aula
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