Desaparecer en algún lugar y reaparecer en otro. Estar en dos
sitios a la vez. Transmitir información a una mayor velocidad que la de la
luz.
Son fenómenos que se explican –desde hace un tiempo– a partir de la rama de
la física que estudia el comportamiento de la materia y de la energía: la
mecánica cuántica.
¿Pero qué tiene que ver esta ciencia con las flores, las aves migratorias y
el olor a huevos podridos?
Bienvenido a la frontera de lo que se conoce como biología cuántica. Sigue siendo una disciplina tentativa, incluso especulativa, pero de
continuar creciendo, podría revolucionar el desarrollo de nuevos medicamentos,
computadoras y perfumes, o incluso contribuir a la lucha contra el cáncer.
Hasta hace poco tiempo, la idea de que la biología -una ciencia que a los
ojos de los físicos es cálida, húmeda y desordenada- estuviera relacionada con
los estados de la materia se consideraba una insensatez.
Pero poco a poco y usando la poca evidencia que se ha ido encontrando, la
idea ha empezado a cobrar importancia, explicó Luca Turín, del Instituto Fleming
en Grecia.
Plantas, aves y narices
La más evidente de las tres es la fotosíntesis, el eficiente proceso mediante
el cual las plantas y algunas bacterias construyen las moléculas que necesitan,
utilizando energía de la luz solar.
Cuando se observa el proceso de cerca pareciera que hubiera pequeños paquetes
de energía al mismo tiempo, "probando" todos los caminos posibles para llegar a
donde necesitan ir para después escoger el más eficiente.
"La biología parece haber sido capaz de utilizar este tipo de efecto en un
ambiente cálido y húmedo, manteniendo la superposición. No logramos entender
cómo lo hace", dijo Richard Cogdell, de la Universidad de Glasgow.
La sorpresa no acaba ahí. Se cree que trucos similares pueden encontrarse en
el comportamiento animal: las hazañas de las aves que cruzan países, e incluso
continentes volando de polo a polo en sus rutas migratorias, podrían tener
relación con la física cuántica.
Los experimentos biológicos muestran que, al migrar, los petirrojos sólo se
orientan a través de los colores de la luz, y que basta con una radiofrecuencia
débil para confundir su sentido de dirección.
Pero las explicaciones dadas no alcanzan a explicar el fenómeno.
Para los defensores de la relación entre la cuántica y la biología, la
orientación de los petirrojos al migrar se debe a un efecto de entrelazamiento
cuántico.
Según este fenómeno físico, las partículas entrelazadas (en su término
técnico en inglés: entangled) no pueden definirse como partículas
individuales, sino más bien como un sistema.
Por más distanciadas que estén dos partículas "entrelazadas", ambas saben lo
que pasa con la otra, incluso parecen poder transmitirse información a mayor
rapidez que la velocidad de la luz.
Los experimentos sugieren que este fenómeno ocurre dentro de las moléculas
individuales de los ojos de las aves.
John Morton, del University College London, explicó que la manera en que las
aves lo perciben puede parecer aún más extraño.
"Podríamos imaginarnos que es una especie de pantalla de visualización
frontal, parecida a la que tienen los pilotos: una imagen del campo magnético
impresa sobre todo lo que ven a su alrededor ".
La idea sigue causando polémica. No menos la teoría según la cual que la
biología cuántica la tenemos en nuestras propias narices.
La mayoría de los investigadores cree nuestro sentido del olfato depende
únicamente de la forma que tienen las moléculas que aspiramos.
Pero el doctor Turín cree que, además de la forma, influyen las vibraciones
de las moléculas, gracias a un efecto cuántico conocido como efecto túnel.
La idea sostiene que los electrones en los receptores de la nariz desaparecen
en un lado de una molécula olfativa y reaparecen en el otro, dejando un poco de
energía en el proceso.
Un artículo publicado en Plos One esta semana explica que las
personas somos capaces de diferenciar dos moléculas de idéntica forma pero con
diferentes vibraciones, lo que sugiere que la forma no es el único factor
implicado en el proceso.
Lo que intriga a los investigadores es el alcance que puede tener la cuántica
en los fenómenos de la naturaleza.
"No sabemos si estas tres áreas nos están introduciendo a todo un mundo por
descubrir, o si realmente no hay nada debajo" –afirmó el doctor Turín. "No lo
sabremos hasta que lo veamos"
Muy interesante tu artículo, digno de investigar al respecto
ResponderEliminar