En la Tierra, el cielo es azul porque las moléculas atmosféricas dispersan
más luz azul que otras longitudes de onda.
Si la atmósfera marciana fuese clara como la de la Tierra, su cielo también
sería azul o índigo – aunque su tonalidad sería más profunda que la de la
Tierra, debido a que su atmósfera es mucho más delgada.
Pero también contiene una neblina de partículas de polvo, compuesta en su
mayor parte de óxidos de hierro, como la limonita y la magnetita, los mismos
minerales que le dan a la superficie del planeta su característico color
rojo.
Esta niebla absorbe la luz azul y el resultado es un cielo de color
amarillo-marrón, comúnmente descrito como "caramelo".
Tanto al atardecer como al amanecer, el cielo puede tornarse de color
rosado-rojo, porque hay una mayor absorción de luz azul debido al aumento del
espesor de la atmósfera a través de la cual se desplaza la luz del sol.
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