Desde hace tiempo, los médicos han advertido sobre los efectos perjudiciales
de la exposición prolongada a audífonos con música a alto volumen.
La popularidad de los reproductores de casetes portátiles en la década de los
años '80 dio lugar a estudios que afirmaron que alrededor de 1 de cada 20
personas ponían en riesgo su capacidad auditiva por este ruido.
Sin embargo, aunque no hay duda de que la exposición a sonidos muy altos -por
ejemplo los de una maquinaria- puede conducir a un daño auditivo permanente, aún
no se ha encontrado evidencia de que escuchar música en dispositivos portátiles
tenga el mismo efecto.
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Una larga exposición a un volumen muy alto en los
auriculares
puede provocar daños auditivos,
aunque no está claro si estos son
permanentes.
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Pero esta tendencia está cambiando, sobre todo, cuando los científicos se
centran en la búsqueda del daño físico real a los nervios.
El doctor Martine Hamann y sus colegas de la Universidad de Leicester
publicaron recientemente la primera evidencia del daño, al demostrar que los
ruidos fuertes eliminan la capa que protege las células nerviosas, impidiendo
así una fiable transmisión de señales del oído al cerebro.
Pero el doctor Hamann también descubrió que las células nerviosas se pueden
reparar solas, al reemplazar la capa exterior, después de unos meses. Esto
explicaría por qué se ha evitado hablar de un posible daño permanente.
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