Una estación lunar fabricada en sólo unas horas con una impresora 3D; ése es el proyecto en el que actualmente trabaja la Agencia Espacial Europea, con planos de Foster + Partners y una máquina D-Shape de la firma inglesa Monolite.
Parece un proyecto de ciencia ficción, pero es algo absolutamente real. Se trata de investigar las posibilidades de utilizar la arena del suelo lunar como material base para la impresión 3D de construcciones, en lugar de la arena terrestre que, vinculada a un aglutinante, se utiliza actualmente en la llamada Revolución Industrial 2.0, y que permite erigir estructuras sólidas, de aspecto marmóreo, con unas dimensiones máximas de 6x6 metros por bloque de impresión.
Así, con un diseño del estudio del Príncipe de Asturias de las Artes 2010, el arquitecto Norman Foster y la mega impresora 3D de la también inglesa Monolite, llamada D-Shape, que permite la construcción de inmuebles en horas, la Agencia Espacial Europea (ESA) estudia los materiales, tiempos, formas, resistencia y costes para la construcción de una estación o hábitat lunar.
La propuesta de Foster + Partners, está basada en una cúpula catenaria, es decir, una bóveda suspendida y sometida a un campo gravitatorio uniforme, construida por paredes de estructura celular como protección contra los micrometeoritos y la radiación espacial, en la cual se introduce un refugio neumático para los astronautas. Esa estructura celular, diseñada a modo hueso de pájaro y que ya se ha reproducido en un bloque de 1,5 toneladas, parece que ofrece una magnífica combinación de resistencia y peso para la función a que está destinada y convence plenamente a sus creadores.
El "Grupo especial de modelado" del prestigioso estudio de arquitectura británico lleva años trabajando en la realización de edificaciones para ambientes extremos en la tierra y, en este caso, han unido sus conocimientos a los de Monolite, una empresa de diseño en 3D cuya maquina deriva de las impresoras de chorro de tinta y, basada en el mismo principio, inyecta sobre una base de arena –que hace las veces de papel- un material que la compacta y solidifica.
El proceso, que resulta entre un 30% y un 50% más económico que la construcción manual, se realiza a partir de planos realizados en CAD 3D; se levanta en capas de 5 a 10 mm a una velocidad de 2 metros por hora (la siguiente generación imprimirá a 3,5 m/h) y sólo necesita 24 horas para endurecer completamente. Los técnicos de Monolite comparan el resultado obtenido con una inmensa estructura de aluminio dentro de la cual se integra una edificación.
La gran novedad de este estudio reside en que el material base, la arena, sería suelo lunar, el cual se mezclaría con óxido de magnesio para obtener, en un tiempo récord, un espacio habitable con condiciones de temperatura y presión adecuadas para los humanos.
El proyecto italiano
Pero si la impresión 3D, término acuñado en 1995 por el Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT), inició su andadura a finales de los 70, hoy se considera un descubrimiento tan importante como lo fue la rueda o la máquina de vapor; un invento que abre una nueva era en la industria y que, nunca mejor dicho nos llevará hasta el infinito y más allá.
Muestra de ello es el estudio, también vinculado a la ESA, de la empresa Italiana de investigación espacial Alta Spa con la escuela superior de ingeniería de Sant’Anna, donde también se estudia la adaptación de las técnicas de impresión 3D a las misiones lunares bajo un estricto control de calidad y se analiza el efecto de trabajar en un "espacio vacío" donde normalmente se evaporarían los líquidos.
De esta forma, se llevan a cabo pruebas de inyección 3D bajo la capa de regolitos que cubre la superficie de la luna y se ha comprobado que allí se solidifican gotas de dos milímetros de espesor; de donde se concluye que sí es posible realizar la impresión 3D "al vacio". Actualmente se analizan también otras cuestiones, como los efectos del polvo lunar en el proceso, para determinar las posteriores aplicaciones.
Herramientas, materiales de construcción, vehículos, órganos ortopédicos, elementos químicos, casas, juguetes, ropa… en pocos años el proceso de impresión 3D nos llevará a un nuevo mundo donde lo que vemos, real o virtualmente, lo obtendremos en minutos y, quién sabe, tal vez ya no tendremos que imaginar un viaje a la luna porque el hotel de las mil y una estrellas, un resort de algún tipo de polímero, nos puede estar esperando allí.
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