Los problemas de la educación
Los que estamos vinculados con la práctica educativa hemos acumulado innumerables vivencias, que por referirse casi siempre a la cotidianeidad del aula nos permiten reflexionar sobre los distintos ámbitos y problemáticas involucradas.
No sería novedad relacionar situaciones conflictivas, que van desde el número de alumnos en la clase y la disponibilidad de materiales docentes, o el dominio del tema por el profesor y su preparación profesional.
Existen tópicos tan diversos como la permanencia de los conocimientos en el educando, la naturaleza de sus experiencias y el interés por su propio aprendizaje; así como el papel de la familia y la comunidad en el proceso educacional.
Tenemos también algunos problemas por demás embarazosos, como el de la pertinencia de los contenidos programáticos en su relación con los paradigmas curriculares y con la realidad del contexto en que se desarrollan, sólo por mencionar algo.
Una introspección sobre el fenómeno educativo nos lleva a revelar la naturaleza del mismo. En el aula, en el propio proceso de enseñanza, se expresan los más diversos elementos que hacen de la educación uno de los eventos humanos más complejos que existen.
Al tratarse de un proceso entre sujetos (alumnos y docentes) que se interrelacionan en actividades tan diversas: enseñar, aprender, comunicarse, etc., intervienen factores propios de su condición biopsicosocial que lo hacen particular y diverso.
Pero además, el enseñar y el aprender se amplía a las relaciones con otros sujetos, como son el resto de los educandos y profesores que componen el colectivo escolar, los directivos, la familia y los miembros de la comunidad, donde se contextualiza la educación.
Mientras que, por otra parte, intervienen en el proceso educativo: la cultura, los contenidos seleccionados en el currículum, que se concreta no sólo en el libro de texto, sino en aquellas fuentes mediadoras de los conocimientos y en las experiencias acumuladas por la humanidad.
Los problemas de la educación no son, por tanto, sólo los del alumno y el maestro; tampoco son los que ocurren únicamente en el aula, sino que también se dan en las instituciones escolares y en el entorno social.
La comprensión del carácter multilateral de la educación nos remite a la adopción de una postura abierta y consciente frente a sus problemas. Hoy día no puede abordarse la labor docente desde posiciones empíricas. Han pasado los tiempos en que, apoyados en el conocimiento de ciertas materias o inspirados en las dotes artísticas, algunos devenían en educadores.
El saber educativo es un campo que si bien reúne infinidad de resultados científicos, está en franca construcción; por lo que, lejos de eximirnos de su conocimiento, nos compromete como docentes con su desarrollo.
Abordar la educación en un sentido científico nos obliga al análisis de los fundamentos teóricos en que se erige. Los problemas derivados de la práctica docente revelan la complejidad del fenómeno educativo y permite que sea analizado desde diversas perspectivas teóricas, cada una de las cuales responde a formas de concebir la sociedad, al hombre y la educación.
El sistema de enseñanza debe ser un instrumento útil para responder a las demandas del cambio tecnológico y del sistema productivo, por lo que el sistema escolar tiene el papel de moderador de conflictos, de tal manera que se puedan mantener las expectativas de ascenso dentro de la estratificación vertical de la sociedad (A. Hinojal, 1980).
La concepción dialéctica de la educación reconoce al proceso educativo como sujeto a las mismas características condicionadas de las restantes actividades humanas. En él se presentan las contradicciones entre maestro-alumno, alumno-alumno, alumno-comunidad, asignatura-alumno, las que se expresan en innumerables formas y no son ajenas a la voluntad y actitud de los individuos y grupos humanos.
Al implementar el enfoque dialéctico (confrontación de opuestos), sobre aspectos importantes de la sociedad, propiciamos que los profesores y alumnos adopten una actitud consciente y crítica de sus respectivos papeles en el proceso y de la realidad en que están inmersos, y se dispongan a comprometerse en el movimiento de transformación educativa; vía que nos permite pensar en una educación en ascenso y en un futuro cualitativamente mejor.
Otro de los problemas, tal vez menos científico y menos complejo, pero muy sentido socialmente hablando, es aquel que se refiere al financiamiento y el costo de la educación; nos damos cuenta cotidianamente del enorme esfuerzo que realizan las familias para mandar a sus hijos a la escuela con las menores carencias posibles, aunque se trate de la educación pública (que constitucionalmente está concebida como gratuita y obligatoria).
Mención aparte merece la educación privada, cuyo costo es inalcanzable para la mayoría de la población, al grado que existen familias que, buscando una supuesta educación de calidad, hipotecan sus sueldos o ingresos privándose de muchas cosas que son elementales para vivir decorosamente con tal de que sus hijos asistan a escuelas que prometen dicha formación, pero cuyos costos son cada vez más exorbitantes. Finalmente, nos damos cuenta de que la realidad del costo educativo, lo está convirtiendo en algo "privativo" de las clases económicamente acomodadas en México.
Como puede observarse, los problemas de la educación son muchos y muy variados, por lo que será necesario seguir problematizando, para encontrar soluciones viables para nuestro país.
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