Las huellas dactilares se desarrollan entre el segundo y el sexto mes del
embarazo.
La capa media de la piel de las yemas de los dedos comienza a crecer con
mayor rapidez que las capas interna y externa, y esto hace que se originen las
crestas papilares.
El diseño exacto de las crestas papilares está determinado por la composición
del líquido amniótico y por la forma en que el feto toca lo que está a su
alrededor mientras se mueve.
Durante mucho tiempo se pensó que las huellas dactilares facilitaban el
proceso de agarrar objetos, pero un estudio llevado a cabo en 2009 en la
Universidad de Manchester descubrió que hacen que sea más difícil sujetar
superficies planas.
Puede ser que sean útiles a la hora de sostener objetos ásperos, pero si esta
fuera su función principal, tendríamos huellas dactilares en toda la mano.
Lo que está claro es que mejoran nuestra sensibilidad táctil mediante la
amplificación de pequeñas vibraciones cada vez que nuestros dedos rozan una
superficie.
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