Tres momentos históricos caracterizan a lo que denominamos educación indígena en México. El primero se inicia como alfabetización en lenguas indígenas y castellanización, durante la campaña de alfabetización que emprendió el presidente Lázaro Cárdenas, en la década de los años cuarenta.
Esta experiencia la retomó el Instituto Nacional Indigenista en 1953, mediante el reclutamiento y capacitación de jóvenes provenientes de las comunidades indígenas, cuyos resultados exitosos fueron presentados por México ante la conferencia de la UNESCO sobre El empleo de las lenguas vernáculas en la enseñanza. Consecuentemente la SEP, en 1964, acogió el proyecto como Servicio Nacional de Promotores Culturales y Maestros Bilingües con las mismas funciones de alfabetización en lenguas indígenas y castellanización.
El segundo momento de la educación indígena se inició en la década de los años setenta. Diversas organizaciones indígenas demandaron al Estado mexicano, que la alfabetización en lenguas indígenas trascendiera a la educación bilingüe bicultural, con el objeto de que las lenguas originarias de México, dejaran de servir únicamente como puentes para la castellanización; en cambio, que se procurara el estudio y conocimiento de las lenguas indígenas a la par con el español, durante toda la educación primaria.
De esta manera, al crearse la Dirección General de Educación Indígena en 1978, sin abandonar el Programa Nacional de Castellanización que emprendió la SEP, se apoyaron proyectos de educación bilingüe bicultural en diversas regiones indígenas del país.
Finalmente, el tercer momento de la educación indígena, enfocada hacia una educación intercultural bilingüe en México, se gestó en los diálogos de San Andrés Larráinzar en 1996. La participación de maestros bilingües, líderes de las comunidades, organizaciones de la sociedad civil y académicos especializados en los temas de educación, explicitó la necesidad de desarrollar la educación intercultural bilingüe para todos los mexicanos, como un mecanismo para romper la exclusión y el racismo de que han sido objeto los pueblos indígenas por más de cinco siglos.
Paralelamente a este desarrollo educativo en materia de educación indígena, México ha tenido dos reformas constitucionales de gran importancia para el reconocimiento del carácter pluricultural de la nación mexicana. La primera se realizó en 1992 y la más reciente en 2001. En ambas reformas, se reafirma el carácter pluricultural de la nación mexicana. Sin embargo, en la realidad poco se ha avanzado, por las siguientes razones:
Primera: el Sistema educativo nacional sigue siendo un modelo cerrado y centralizado. Responde al proyecto de nación homogénea lingüística y culturalmente que proyectó José Vasconcelos, primer secretario de Educación Pública, a principios del siglo XX.
Segunda: la formación de maestros sigue siendo genérica en contenidos y en metodologías para todos los docentes del país.
Tercera: El artículo tercero, en términos generales, sigue intacto conforme lo elaboró el Congreso Constituyente de 1917, en aquel momento congruente con el proyecto de Estado-nación homogéneo lingüística y culturalmente.
Por las razones que he expuesto, me permito presentar las siguientes propuestas:
Primera: La educación intercultural bilingüe debe ser para todos los mexicanos, para reconocer el valor de la diversidad, para afirmar nuestra identidad, para superar prejuicios y actitudes racistas; en fin, para formar generaciones que conozcan a México desde sus raíces más profundas y, en última instancia, para transitar por el mundo globalizado con una identidad y un rostro propios.
Segunda: Los planes y programas de formación de docentes deben responder a un modelo educativo que reconozca la diversidad lingüística y cultural de México, para que los docentes puedan encarar la formación de generaciones que desarrollen sus lenguas locales y las valoren; que amen su comunidad, su municipio, su estado y su país. Con ello, se puede favorecer y fortalecer el tejido social de nuestra nación multicultural y multilingüe.
Tercera: El artículo tercero tiene que reformarse sustancialmente. Su diseño y contenido corresponde a un México de principios del siglo pasado. El México del siglo XXI presenta nuevos retos y desafíos que deben contemplarse en los principios y contenidos del nuevo artículo tercero referido a la educación.
Finalmente, debo mencionar que México cuenta con los instrumentos legales y constitucionales para una reforma profunda del sistema educativo. También cuenta con los instrumentos internacionales que ha suscrito, como la Convención de la UNESCO sobre la diversidad cultural, instrumento que aporta los principios fundamentales para la convivencia digna y respetuosa en el contexto de las sociedades pluriculturales y multilingües de este siglo.
http://www.milenio.com/cdb/doc/impreso/8733655
Mi opinión es que la educación si debe ser intercultural en todas las escuelas, ya que esto nos permitiría conocer las diferentes costumbres y culturas de cada grupo social que existe en el país, al igual que nos impulsaría al respeto hacia los demás a la igualdad entre todos y a una mejor convivencia e intercambio de culturas y aprendizaje
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