Las gigantescas
montañas rojas y los inmensos mausoleos de un tiempo perdido poco tienen que
ver con nuestra civilización moderna, y no piden más que ser apreciados por su
verdadero valor: como una de las mayores maravillas jamás creadas por la
Naturaleza y el Hombre.
Aunque han corrido
ríos de tinta sobre Petra, nada nos prepara en realidad para este impactante
lugar. Hay que verlo para creerlo.
Denominada a menudo
como la octava maravilla del mundo antiguo, Petra es, sin ninguna duda, el
tesoro más preciado de Jordania y su atracción turística más importante. Es una
enorme ciudad excavada por completo en las rocas por los nabateos, una tribu
árabe muy trabajadora que se estableció en la zona hace más de 2.000 años y la
convirtió en una importante ciudad de paso que unía las rutas de la seda, las
de las especias y otras que conectaban a China, la India y el sur de Arabia con
Egipto, Siria, Grecia y Roma.
La entrada a la
ciudad se realiza a través del Siq, un estrecho cañón, de un kilómetro de
longitud, rodeado por acantilados que se elevan hasta los 80 metros de altura.
El simple hecho de caminar a través del Siq es una experiencia inolvidable. Los
colores y las formaciones de las rocas son deslumbrantes. Cuando llegue al
final del Siq vislumbrará por primera vez la fachada llamada Al-Khazneh (el
Tesoro).
Es una experiencia
imponente. Una inmensa fachada, de 30 m de ancho y 43 m de alto, excavada en la
cara rocosa de rosa pálido eclipsa todo a su alrededor. Se construyó en el
siglo I como la tumba de un importante rey nabateo y es una muestra del talento
para la ingeniería de este antiguo pueblo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario