Antes, el
cordón umbilical se desechaba sin más, pero hoy se conoce su inmenso valor y se
anima a las personas a donar este tesoro. La sangre que contiene es rica en
células madre y puede ayudar a salvar vidas.
Hace unos años, se descubrió que la sangre del cordón umbilical es rica
en células madre sanguíneas o hematopoyéticas, que trasplantadas a
pacientes cuya médula ósea esté enferma, permite obtener éxitos terapéuticos
prometedores.
La donación de sangre de cordón se realiza siempre de forma
altruista, con el objetivo de que pueda ser utilizada cuando haya un enfermo
compatible que lo necesite en cualquier lugar del mundo.
Los trasplantes de sangre de cordón umbilical están
indicados en enfermos que padecen enfermedades
graves de la sangre, como leucemias
y otras patologías.
tanto de donantes de médula ósea como de unidades de sangre de cordón.
Los cordones que no reúnen los criterios de
calidad necesarios para el trasplante –porque no presenten la
celularidad adecuada o se hayan deteriorado en el traslado– se utilizan, con el
consentimiento de la madre donante, para la investigación de tratamientos para enfermedades como la diabetes o el Parkinson.
Cualquier embarazada sana
con embarazo controlado y sin antecedentes de enfermedades transmisibles
puede ser donante.
* Una historia clínica detallada
de la madre para detectar la existencia de enfermedades infecciosas,
hematológicas o de cualquier otro tipo.
* La realización a la madre
en el momento del parto de un análisis de sangre para descartar cualquier proceso infeccioso que
pudiera ser transmisible a la sangre del cordón umbilical.
* Un examen clínico del bebé después del nacimiento y, opcionalmente, cuando tenga tres meses. Este
reconocimiento lo realiza un pediatra.
La donación del cordón umbilical,
paso a paso
La donación no supone ningún riesgo ni para la madre ni para el recién
nacido. El procedimiento es muy sencillo. La sangre se recoge
tras el nacimiento del niño, después de la sección del cordón umbilical (con una
simple punción).
Se realiza antes de la expulsión
de la placenta y la operación
corre a cargo del propio personal de maternidad.
El cordón umbilical se desinfecta con solución de alcohol o yodo y se canaliza uno de sus vasos
(preferentemente una de las venas umbilicales), dejando caer la sangre, por
gravedad, a la bolsa de recogida.
Una de las premisas fundamentales de este proceso es que no debe alterar ni interferir el proceso del
parto. Lo primero es la seguridad del niño y de la madre.
Además de la sangre, se secciona un fragmento
de cordón umbilical de unos
dos centímetros de longitud, que se deposita en un envase especial. Esta
muestra de tejido también servirá para el estudio posterior.
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