Convivir con la naturaleza (foto de Jaime Cristóbal López)

sábado, 8 de septiembre de 2012

La educación por competencias: ¿una moda o una necesidad?



La sociedad actual exige cada vez más que las personas estén mejor preparadas, pues para poder tener una vida lo suficientemente digna es indispensable haber recibido una educación más que elemental. Sin embargo, resulta pertinente hacernos una pregunta: ¿está la educación de nuestro país dotada adecuadamente para formar personas como las que la sociedad exige? Preocupantemente podemos decir que no, pues a pesar de los intentos que se han hecho, no se ha podido lograr un avance significativo en este rubro. 

Una propuesta que desde hace años ha intentando modificar sustancialmente la educación que se había venido impartiendo en las escuelas por mucho tiempo, son las llamadas competencias, pero ¿qué implica una educación basada en competencias?; para responder a esta interrogante, en el presente ensayo comentaré algunos aspectos correspondientes a este tema, teniendo como base los contenidos revisados en esta materia, así como algunos otros acercamientos previos desde mi experiencia. 

Me resulta importante mencionar que en este trabajo no pretendo profundizar demasiado en todo lo que implica una educación por competencias, pues no soy un experto en el tema, además de existir gran información al respecto, así que solo me remitiré a presentar algunas ideas de autores especializados en la materia y algunos comentarios estrictamente personales. 

Para comenzar, me parece pertinente definir un concepto tan ampliado y con múltiples acepciones como es el término competencia. De acuerdo a la UNESCO (1999), se define como un conjunto de comportamientos socioafectivos y habilidades congnoscitivas, psicológicas, sensoriales y motoras, que permiten llevar a cabo adecuadamente alguna actividad o tarea. 

En otras palabras se refiere a una combinación de destrezas, conocimientos, aptitudes y actitudes, que se ponen en juego ante una situación práctica que requiere ser resuelta. Entonces es preciso decir que se trata de una cualidad que no basta con ser adquirida, sino que debe ser mostrada y demostrada, ya que una competencia es operativa para responder a las demandas que en cualquier momento pueden presentarse a quien las posee (Gimeno, 2008). 

El concepto de competencia comenzó a ser utilizado por David McClelland en la década de los setentas, orientado a identificar las variables que explicaran el desempeño laboral. Los países más desarrollados comenzaron a acuñar este enfoque en la educación de manera que los estudiantes salieran mejor preparados para integrarse directamente al mundo laboral y que no se centraran únicamente en adquirir conocimientos (Argudín, 2005). 

La importancia de una educación por competencias radica en las exigencias de la sociedad actual, pues ya no basta solo con poseer los conocimientos sobre cierta área del saber, sino que se requiere dar vida a esos conocimientos, hacerlos útiles para satisfacer las necesidades presentes. 

En este sentido, como comenta César Coll (2007), las competencias no pueden separarse de los contextos de práctica en que son adquiridas y aplicadas. Así pues, un enfoque de este tipo brindaría la posibilidad de que los conocimientos pudieran ser llevados a la vida cotidiana como una herramienta indispensable para el desenvolvimiento personal y laboral. 

Muchas son las proyecciones que presenta la educación por competencias, pero no debemos dejarnos llevar por la idea de que representan la solución para todos los males a los que se enfrenta el sistema educativo nacional. Si bien los resultados pueden parecer bastante prolíferos, hay ciertas consideraciones que deben ser tomadas en cuenta y analizadas minuciosamente antes de adoptar una postura de esta índole. 

En primer lugar, pese a que una competencia implica una acción inminentemente práctica, no puede ser deslindada de los conocimientos, pues su adquisición está indisolublemente ligada a una serie de saberes (conocimientos, habilidades, valores). En segundo lugar, el hecho de que se pretenda una educación hasta cierto punto globalizada en el sentido de las competencias no significa que las personas tengan que enajenarse de su contexto, sino que a la vez de ser parte de una conciencia global, deben también asumirse como parte del contexto que les rodea. Por último, la evaluación en este enfoque resulta aún una incertidumbre; son un referente útil para comprobar el nivel de logro alcanzado por los alumnos, pero una competencia no puede ser directamente evaluable (Coll, 2007). Sobre esta misma línea debemos ser conscientes de que los resultados de transformar la educación en torno a las competencias se verán reflejados tras varios años de ser implementadas. 

Como comenté al inicio, mi intención en este ensayo no es profundizar en todo lo que implican las competencias dentro del campo educativo, sino brindar un panorama holístico de este enfoque para poder realizar un breve análisis desde una perspectiva personal. 

En primer lugar debo comentar que el tema sobre las competencias no resultó del todo nuevo en este curso, pues como estudiante de la Licenciatura en Educación Secundaria, ya había tenido algunos acercamientos a este enfoque, por lo que no me resultó tan complicado entender de qué se trata; no obstante, me fue de gran ayuda revisarlo nuevamente por varias razones. La primera de ellas es para conocer más autores y con ello ampliar mi cúmulo de información al respecto; también para entender más a detalle todo lo que implica este asunto; ahora bien, teniendo en cuenta que durante este curso revisamos las competencias para la educación media superior y mi experiencia se limitaba a la educación básica, pude encontrar tanto diferencias como similitudes, que me permitieron identificar con más claridad la intención del sistema educativo al implementar una educación basada en competencias. 

Desde un punto de vista personal, considero muy positiva una educación por competencias, pues representa ese cambio que tanto se ha buscado con el fin de tener personas mejor preparadas que sean capaces de desenvolverse de manera eficiente en el mundo laboral, mejorando con ello el desarrollo económico y social del país. Sin embargo, es necesario considerar que existen muchos obstáculos a los que se enfrentaría un cambio tan radical como éste. En primer lugar la resistencia al cambio mismo por algunos sectores del sistema; también la falta de compromiso de muchos de los profesores y directivos ante el reto que implica un cambio como este en la educación; por último, la falta de preparación para poder transformar la labor de la enseñanza para cumplir con las metas que este enfoque plantea. 

Entonces pues, se requiere una participación conjunta entre todos los actores del sistema educativo, el gobierno e incluso de la sociedad, en la que el objetivo común sea preparar a las generaciones futuras ante las exigencias que se requieren para el desarrollo de toda una nación.


                                                      Bibliografía: 

Argudín, Y. (2005). Educación basada en competencias. Nociones y antecedentes. México: Trillas. 

Gimeno Sacristán, J. (2008). Educar por competencias, ¿qué hay de nuevo? Madrid, España: Morata. 

Coll, C. (2007). Las competencias en la educación escolar: algo más que una moda y mucho menos que un remedio. Revista Aula de Innovación Educativa, 161, pp. 34-39.



                                                 Para complementar: 


Video: Foro Internacional: RIEB, Enfoque Educativo por Competencias. 

El Enfoque por Competencias en la Educación. Araceli López Ortega. 

La educación por competencias en el nivel medio superior: una estrategia integral y participativa. 

Artículo sobre competencias, en Revista Mexicana de Investigación Educativa. 

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