Siguiendo con el tema de educar en
valores, me ha parecido que de éstos, no sé si es valor, uno de los más
importantes es el trabajo.
Porque trabajando adquirimos una serie
de cualidades que nos hacen mejores y nos ayudan a mejorar a los demás.
Con el trabajo nos realizamos,
desarrollamos nuestra personalidad, nos enriquecemos personal y culturalmente.
Además nos da ocasión de establecer vínculos con otras personas, de servir
a la sociedad, de hacerla progresar , de contribuir a la mejorar las
condiciones de vida de los seres humanos.
El trabajo nos da ocasión de ejercitar
una serie de virtudes, aunque esta palabra esté devaluada. Por ejemplo la
laboriosidad, el no dejar entrar en nosotros la pereza o la desidia. El deseo
por poner en práctica la perfección en la tarea realizada, el huir de dejar las
cosas a medias, la chapuza para salir del paso, el quedar bien sin más. La
puntualidad para empezar y terminar las tareas cuando debemos. La alegría y el
optimismo para trabajar siempre con buena cara sin complejo de víctimas. El dar
humanidad a las relaciones laborales evitando las tensiones que se puedan
producir.
Importante también es vivir la
justicia en el trabajo profesional, ejercida con aquellos que, en cierto modo,
dependen de nosotros. Conocer y poner en práctica las implicaciones morales de
nuestro trabajo.
El trabajo bien hecho nos dará una
satisfacción que nos compensará por todos los malos ratos que hayamos podido
tener.
CUENTO
EL COHETE DE PAPEL
Había una vez un niño cuya mayor ilusión era tener un cohete y
dispararlo hacia la luna, pero tenía tan poco dinero que no podía
comprar ninguno. Un día, junto a la acera descubrió la caja de uno de
sus cohetes favoritos, pero al abrirla descubrió que sólo contenía un
pequeño cohete de papel averiado, resultado de un error en la fábrica.
El niño se apenó mucho, pero pensando que por fin tenía un cohete, comenzó a preparar un escenario para lanzarlo. Durante muchos días recogió papeles de todas las formas y colores, y se dedicó con toda su alma a dibujar, recortar, pegar y colorear todas las estrellas y planetas para crear un espacio de papel. Fue un trabajo dificilísimo, pero el resultado final fue tan magnífico que la pared de su habitación parecía una ventana abierta al espacio sideral.
Desde entonces el niño disfrutaba cada día jugando con su cohete de papel, hasta que un compañero visitó su habitación y al ver aquel espectacular escenario, le propuso cambiárselo por un cohete auténtico que tenía en casa. Aquello casi le volvió loco de alegría, y aceptó el cambio encantado.
Desde entonces, cada día, al jugar con su cohete nuevo, el niño echaba de menos su cohete de papel, con su escenario y sus planetas, porque realmente disfrutaba mucho más jugando con su viejo cohete. Entonces se dio cuenta de que se sentía mucho mejor cuando jugaba con aquellos juguetes que el mismo había construido con esfuerzo e ilusión.
Y así, aquel niño empezó a construir él mismo todos sus juguetes, y cuando creció, se convirtió en el mejor juguetero del mundo.
El niño se apenó mucho, pero pensando que por fin tenía un cohete, comenzó a preparar un escenario para lanzarlo. Durante muchos días recogió papeles de todas las formas y colores, y se dedicó con toda su alma a dibujar, recortar, pegar y colorear todas las estrellas y planetas para crear un espacio de papel. Fue un trabajo dificilísimo, pero el resultado final fue tan magnífico que la pared de su habitación parecía una ventana abierta al espacio sideral.
Desde entonces el niño disfrutaba cada día jugando con su cohete de papel, hasta que un compañero visitó su habitación y al ver aquel espectacular escenario, le propuso cambiárselo por un cohete auténtico que tenía en casa. Aquello casi le volvió loco de alegría, y aceptó el cambio encantado.
Desde entonces, cada día, al jugar con su cohete nuevo, el niño echaba de menos su cohete de papel, con su escenario y sus planetas, porque realmente disfrutaba mucho más jugando con su viejo cohete. Entonces se dio cuenta de que se sentía mucho mejor cuando jugaba con aquellos juguetes que el mismo había construido con esfuerzo e ilusión.
Y así, aquel niño empezó a construir él mismo todos sus juguetes, y cuando creció, se convirtió en el mejor juguetero del mundo.
Sin lugar a duda disfruto el trabajar, pues como dice mi Papa el mejor deporte que vas a tener es el trabajo.
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