Si se mira a la evaluación docente como la
imposición de un pensamiento, el proceso que lleva adelante el Ministro
de Educación es correcto, pero si se la mira como un medio para
humanizar, para transformar, la postura de la UNE y de quienes se oponen
al proceso de evaluación docente es justa, y mucho más: es necesaria y
urgente. Dialogamos con el carismático catedrático de la Universidad
Central del Ecuador, de la Facultad de Filosofía, Juan Durán, para
entender que significa realmente evaluar.
La
lógica con la que piensa el Ministro de Educación parece ser: solo la
evaluación puede establecer quiénes son aptos para determinada
actividad, los maestros deben estar aptos para cumplir su función.
Entonces, la evaluación es necesaria para establecer qué maestros están
aptos para cumplir su función. ¿No están de acuerdo con esta lógica?
¿Por qué oponerse a la evaluación?

El
Ministro y sus asesores confunden evaluación con medición. Medición es
ponerte números, y los números no te permiten ver cosas más
fundamentales en las personas. La vieja escuela siempre clasificó a los
alumnos con números: los sobresalientes, los muy buenos, los
insuficientes, y resultaba que en la vida los insuficientes se
desempeñaban mejor que aquellos que sacaban muy buenos.
Hasta
ahora sucede que personas que tienen un coeficiente intelectual
elevado, según los test basados en la escala de David Wechsler, que
califican sobre 100, fracasan en la vida…

Eso
sucede porque la prueba no es un indicador para determinar quién va a
hacer mejores cosas en la vida, y nosotros, lamentablemente, con la
vieja escuela asumíamos que ponerle notas a un alumno era una especie de
valoración cuantitativa de qué tipo de persona era, cuando la realidad
te decía otra cosa. Eso le pasó a Albert Einstein: un genio en la
física, pero en la escuela fracasó, por el tipo de instrumentos que
utilizaron sus maestros, que no les permitió ver cosas más fundamentales
en su personalidad. Eso pasó también con Mario Moreno Cantinflas; en el
colegio era considerado un alumno irregular, violento, que se pegaba
con los compañeros, la vieja escuela no veía el talento que se estaba
formando en silencio; más tarde, el arte le hace un genio de la comedia.
Tú le pones 20 a un niño en Ciencias Naturales, donde están evaluadas
cosas demasiado intrascendentes de su personalidad, porque resulta que
logró repetir de memoria lo que estaba en un texto, pero ese niño en
realidad maltrata a los animales, a las plantas, despilfarra el agua...
Eso es lo que hacía la vieja escuela.
Pero,
¿qué tanto peso puede tener el dominio de los contenidos de la materia
frente a estos otros aspectos de la personalidad a los que tú te
refieres?

El
conocimiento es fundamental. Pero lo más importante es qué llega a ser
el conocimiento para ese sujeto, ¿un instrumento para sacar mejores
notas o un instrumento para aprender mejor? La vieja escuela hace que el
estudiante se preocupe más por la nota que por aprender, y eso te
desvía la formación de la personalidad. Igual pasa con esto: si tú
aplicas instrumentos cuantitativos a los profesores, se van a preocupar
más por sacar más porcentaje para adquirir más dinero o, a su vez,
evitar que le saquen, y no para servir mejor, porque te desplazan los
motivos fundamentales…
Es como el perrito de Pavlov, saca buena nota y tienes tu premio…

Sí,
y eso es deshumanizante; es decir, se están aplicando viejas tácticas
de soborno y de castigo, como que el ser humano no se guiara por otros
indicadores de libertad. Te inducen a creer que el maestro no puede
mover su conducta más que por el premio o el castigo. Hacer eso es
volver a viejas concepciones del siglo pasado. Sin embargo, no te hacen
ver esto. ¿Qué pasaría si tuviéramos un gobierno como el de García
Moreno, dictatorial, en el que si no piensas como él te vas del
magisterio? En ese gobierno tenías que ser cristiano para ser docente.
Es que con esos instrumentos de evaluación nos van a obligar a estudiar
tesis ya superadas, como el conductismo, el constructivismo, el
positivismo, a través de las cuales se introduce una ideología burguesa,
y el maestro estará obligado a aprender y repetirlo en un examen. Eso
no mejora la calidad educativa, simplemente mejorará el rendimiento en
el papel y nada más.
¿Así de grave es? ¿Ese tipo de contenidos tienen los instrumentos del Ministerio?

Claro,
porque te exigen pruebas pedagógicas. El discurso pedagógico de la
ideología dominante es básicamente de concepciones burguesas de la
educación, donde está el conductismo, el constructivismo, las teorías de
Piaget, las teorías de Maslow. ¿Cómo te meten la ideología dominante? A
través precisamente de las pruebas, que te hacen pensar únicamente lo
pensable, no tienes otra alternativa. Nos silencian el discurso de la
educación liberadora, emancipadora.
¿Imponer un examen es, de hecho, imponer un pensamiento?

Así
es. Los gringos han hecho esto durante años, con la estructuración de
test. Ellos querían demostrar científicamente que los negros no tienen
el coeficiente intelectual comparable al de los blancos. No decían
directamente: a los negros no les vamos a dar educación, pero se
inventaron el instrumento de los test; y los negros efectivamente no
sacaban porcentajes altos en esos test y con eso se justificaba el no
darles educación, les prohibían el acceso a los mejores establecimientos
educativos, había procesos de discriminación. Y toma en cuenta que el
30% de población gringa es afrodescendiente, y solo 3% de esa población
ocupa el grupo de los ingenieros, matemáticos, etc. Es tan racista ese
test, que también se extiende a los latinos, y a todo grupo que
consideran peligroso.
Si lo que pretende el Ministerio es medir conocimientos, confundiéndolo con evaluación, entonces ¿qué es realmente evaluación?

Evaluar
quiere decir que si una persona comete errores, no hay que calificar,
hay que ver qué errores está cometiendo para que aprenda a convertir
esos errores en fortalezas, pero con la medición esos errores se
convierten en fracaso. Es como cuando en educación física en el colegio
nos mandaban a dar una vuelta al colegio, y quien llegaba primero tenía
20 y quien llegaba al último 0, sin que nunca haya un proceso para que
todos estén en capacidad de competir; los que han hecho deporte pasarán
bien esa prueba, pero los que nunca lo han hecho sacarán cero. Cómo vas a
evaluar cosas que no se metieron en el proceso.
Pero,
el problema es que se piensa que una evaluación tendrá que terminar,
necesariamente, en que alguien que no está apto tenga que salir, del
magisterio en este caso… ¿O tú crees que todos tienen la posibilidad de
llegar a un mismo objetivo?

Todos
tienen el mismo derecho de formarse, de capacitarse, de mejorar como
humanos. La evaluación es para humanizarse más, no para deshumanizar. Es
como si dijéramos que quien saca bajo rendimiento en el colegio se va
de la institución, entonces, para qué se hizo la educación, si los que
sacan bajo rendimiento se van. ¿Para qué se hizo la educación?
Obviamente para los que necesitan. Hacer las cosas como lo está haciendo
el Ministerio es aplicar la evaluación como un instrumento de opresión,
de rechazo, de discriminación.
¿Qué sucedería si el Ministerio llevara a término, sin obstáculo alguno, este proceso de evaluación?

No
va a mejorar la calidad de la educación con ese sistema, porque eso
solo es posible si se mejora la calidad de vida de las personas. Están
aplicando un método darwiniano; es decir, que los mejores subsisten y
los peores mueren. Es decir, quedan de lado los conceptos de revolución
social, de solidaridad, de organización del colectivo. Las concepciones
que impone el Ministerio son del siglo XVIII, aunque parezcan
socialmente científicas, aceptables.
¿Entonces qué debería hacerse desde el gobierno para un auténtico proceso de evaluación?

Lo
que se debería lograr es que los profesores no se dediquen a dar
pruebas, porque eso implica estudiar solo para ese rato, das la prueba y
luego te olvidas de lo que ahí estaba. Es muy distinto utilizar al
maestro como un reproductor de saberes que como un investigador y
creador de saberes. Es muy distinto que el profesor estudie para dar
pruebas a que estudie para resolver problemas educativos, son dos cosas
muy diferentes.
¿Tú aceptas que existen problemas en la escuela?

Claro,
existen problemas de motivación, lectura, de escritura, de matemáticas,
y lo que debería preguntarse el Ministro es qué debemos darle al
profesor, qué curso de actualización debemos darle para que él se
involucre en un proyecto de innovación pedagógica, y entonces sí, el
mismo maestro planteará cómo solucionar, para qué solucionar, cuándo
solucionar los problemas, y para eso necesitará estudiar, y del estudio
se encargarán otros expertos que ayuden a complementar la innovación
pedagógica que se pretende conseguir. Entonces se le colocaría al
profesor como un sujeto cognoscente, y no como ahora se le considera: un
objeto de conocimiento, porque tiene que repetir mecánicamente lo que
dice un texto. En el primer esquema le vuelves al profesor un sujeto
transformador de la realidad, en el segundo lo conviertes en un
reproductor de cosas que deben ser ya superadas.
¿Y los factores que envuelven al maestro en su vida para poder lograr
los resultados que se requieren, deben considerarse en la evaluación?
Por ejemplo, tiene un aula sin techo, no tiene instrumentos, malos
salarios, mal nutrición, tiene dificultades en su familia, problemas
psicológicos, fruto de la crisis…

Eso
debe ser parte del proceso de investigación educativa, porque es cierto
que depende de cómo vive el maestro para que desarrolle sus talentos o
sus limitaciones, pero una cosa es evaluar y otra investigar. La
investigación te permite tener un diagnóstico de la calidad de vida de
las personas, la calidad de la educación nacional. Son variables que
afectan al aprendizaje, a la enseñanza, son variables de carácter
socioeconómicas y culturales. Por ejemplo habría que ver el papel que
cumplen los medios de comunicación, cómo afectan a la formación de
valores, actitudes, sentimientos en los estudiantes. En el Ecuador
vivimos una dictadura de la imagen, y esa dictadura no ha sido
cuestionada, ya comienza a serlo, pero debería también ser cuestionada
desde el ángulo de la investigación educativa. Ahí puedes ver cómo los
medios penetran tanto en los niños, que desplazan el interés
cognoscitivo; en los niños está más Bob Esponja que realidad nacional.
¿No
se debería hacer una evaluación a los docentes, no solo desde el ángulo
académico, pedagógico, sino también mirando los resultados, es decir a
sus estudiantes? Y los estudiantes también tienen una condición
socioeconómica de vida compleja.

Podemos
ver datos de la desnutrición, de la migración, de la descomposición
familiar, del hacinamiento en los hogares, la promiscuidad en que viven
muchos hogares, y esos son factores que afectan terriblemente el
aprendizaje, pero son invisibilizados, y solo se visibiliza el papel del
maestro en el aula, para culpabilizar…
¿Se
justifica, con todo lo que hemos analizado, una posición política como
la que tiene el magisterio, los profesores en torno a oponerse a la
evaluación y plantear un cambio estructural?

Claro.
Es la oportunidad para decir: ésta es la educación que queremos, una
educación emancipadora. La evaluación debe ser orientada en función del
derecho de los pueblos a enriquecer su cultura, sus identidades, la
postura de lo que debe ser un docente en la educación, y contradecir
modelos de pedagogía norteamericana o europea que no se ajustan a
nuestra realidad. Sí hay errores en la docencia ecuatoriana, pero no son
netamente personales, sino también estructurales, que tienen que ver
con cómo se estructuró el sistema educativo nacional.
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