Convivir con la naturaleza (foto de Jaime Cristóbal López)

viernes, 26 de octubre de 2012

OSOS POLARES


También llamado oso blanco, es el nombre común que recibe la especie de oso que habita en el hielo ártico y en las bahías de Hudson y James, en Canadá, así como en la costa este de Groenlandia.

Tiene un cuerpo más alargado y estilizado que el resto de los osos debido a sus costumbres acuáticas pero, al igual que las otras especies, su marcha es plantígrada, y en las zarpas tienen cinco garras afiladas y curvadas que utilizan para agarrarse al hielo y atrapar a sus presas.

Son animales bien adaptados a su entorno; las plantas de los pies están recubiertas por pelos largos que les proporcionan protección frente al frío del hielo, y las patas delanteras, además de tener unos pies muy anchos, están forradas por un pelaje más duro y rígido: las utiliza a modo de remo para nadar mejor.

Todos los osos polares son blancos, pero por el efecto de la luz pueden aparecier de color pardo, amarillento e incluso verde muy claro.

Los osos polares se alimentan de frutos, plantas, mejillones y algas marinas, pero sus presas favoritas son las focas, aunque de vez en cuando capturan morsas.

Los osos polares son animales muy robustos: un macho puede pesar hasta 800 kg, aunque el peso medio de las hembras es de 250 kg, y el de los machos de 350 kg.

Los oseznos recién nacidos son muy pequeños y no sobrepasan el kilogramo de peso. Sus ojos permanecen cerrados durante los 40 primeros días después de su nacimiento, tienen que tomar leche cada pocas horas y la madre los suele mantener cerca para proporcionarles calor. Los machos llevan una vida solitaria, vagando y cazando sobre el hielo, excepto durante la época de celo en la que se reúnen con las hemabras formando parejas.



El periodo reproductor tiene lugar entre los meses de mayo y junio, y el periodo de gestación dura unos ocho o nueve meses; parece ser que se da el fenómeno de la implantación diferida, de manera que el desarrollo del embrión no comenzará hasta el otoño. La hembra suele parir una sola cría, a veces dos.
Al llegar el mes de octubre, se refugia en una osera construida por ella misma e hiberna hasta principios de marzo; entonces, saldrá al exterior con sus oseznos nacidos en diciembre o en enero. Los machos y las hembras no preñadas no realizan una verdadera hibernación, aunque pueden cobijarse en sus guaridas si el clima es adverso.

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