Convivir con la naturaleza (foto de Jaime Cristóbal López)

viernes, 26 de octubre de 2012

Educación y consumismo

La educación supone un proceso de crecimiento y de mejora como personas. Hay personas que identifican felicidad con tener. La experiencia nos dicta que la base de la autentica felicidad está mas relacionada con el ser.
Se trata, pues, de dos conceptos distintos de persona y de dos concepciones antagónicas de la felicidad. La experiencia vital nos ayuda a comprobar que la felicidad está muy cerca de cosas como la ayuda a los demás, la labor bien hecha, el esfuerzo por alcanzar una meta y que la posesión de cosas materiales produce momentos de ¿felicidad? que pronto se desvanecen al desear otra cosa.
Llegar a ser personas felices supone luchar por vivir aquello que nos hace mejores, esto es, las virtudes.
Hay virtudes que todos tenemos claro que nos hacen mejores, la generosidad, la solidaridad, pero hay otras que la sociedad de consumo nos impide o dificulta no ya vivir sino conocer, la sobriedad, la templanza, la fortaleza.
¿El consumo desenfrenado nos hace mas felices? ¿Es posible consumir moderadamente? ¿En que consiste no ser esclavo del consumo, de las marcas, de lo último?.
Los padres a veces pensamos que nuestros hijos son consumistas y caprichosos, ¿y nosotros? ¿dónde está nuestro umbral de consumo? ¿Es malo el consumo en si mismo? Decenas de preguntas nos pueden surgir sobre el tema de la sociedad de consumo.
Lo que parece claro es que lo que sirve para nosotros sirve para nuestros hijos. El proceso educativo y de mejora de nuestros hijos va irremediablemente unido al nuestro.
Veamos algo sobre la sobriedad y contestemos a unas preguntas muy del día a día.
Por medio de la sobriedad, distinguiendo lo que es razonable y bueno, nos esforzamos por utilizar de manera  moderada los cinco sentidos. Está muy relacionada con la fortaleza , ya que “negarle al cuerpo”  lo que pide supone un ejercicio de dominio.
- En el caso de que demos paga a nuestros hijos, ¿que han hecho con la paga de la semana pasada? ¿En que la han gastado? Ha sido en cosas necesarias o en caprichos comprados por impulsos. ¿Con que frecuencia realizan obras de caridad? Parte de su dinero ¿lo dedican para ayudar a los más necesitados?
- ¿Aprovechamos las cosas hasta el final, o las tiramos mientras aún sirven?. En este punto convendrá descender a lo concreto, y ver qué cosas hemos tirado en los últimos meses y en qué estado se encontraban, ver si las hemos tirado porque ya no servían o por consumismo, ¿hacía falta de verdad cambiarlas? (convendrá ser honrado con uno mismo, pues es fácil engañarse)
- ¿Son nuestros hijos esclavos de las marcas y los anuncios? ¿Y nosotros?.
- ¿Intentamos conjugar el capricho (a veces es bueno “dárselo”) con la sobriedad?
- La nevera es un buen termómetro de como se vive la sobriedad. Abramos la nevera y veamos que cosas de las que hay son necesarias y cuales son superfluas. ¿Es nuestro casa un hogar donde nunca falta de nada: refrescos en la nevera, patatas fritas, dulces, aperitivos, etc..ó usamos de estos en ocasiones especiales, para celebrar acontecimientos familiares?
- Muchas familias realizan las compras en supermercados. Esto brinda la oportunidad de hacer una lista y ceñirse a ella. ¿La última compra se ajustó más o menos a la previsión ó fue fruto del reclamo de las estanterías?.
-¿Salir al teatro, al cine es algo habitual, que no llama la atención o es un acontecimiento? (Obviamente el buen cine y el buen teatro son cultura y por lo tanto positivos, la pregunta se dirige hacia el “consumo” de ambos).
Éstas y otras consideraciones nos pueden orientar para vivir mejor la sobriedad y, en definitiva, aprender a disfrutar de lo pequeño.

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