Convivir con la naturaleza (foto de Jaime Cristóbal López)

jueves, 28 de febrero de 2013

Hormonas Femeninas



Las hormonas femeninas son muchas y variadas. Nos afectan en nuestro estado de ánimo, en nuestro apetito sexual, en nuestra relación de pareja y en otras muchas parcelas de la medicina.

Estrógenos. 
Es una de las principales hormonas femeninas. Regulan la actividad del aparato genital, favorecen la flexibilidad de los capilares, la resistencia de los huesos y previenen determinados problemas respiratorios. Cuando bajan hay nerviosismo, ansiedad, dolores musculares, sofocos y molestias premenstruales. 

Progesterona. 
Interviene en el ciclo menstrual y en la actividad del aparato genital. Si hay desequilibrio, el cuerpo retiene más líquido y se hincha (pueden darse náuseas, irritabilidad, somnolencia y cansancio). 

DEA. 
Aumenta la resistencia del cuerpo ante la fatiga y mejora la elasticidad de músculos y piel. Si desciende, pueden aparecer debilidad y dolores musculares, fatiga acusada, pérdida de memoria y bajada de defensas. 

Testosterona. 
Otra de las hormonas femeninas más importantes es la testosterona. Aumenta el deseo sexual femenino, favorece la autoestima y hace que el cuerpo retenga menos grasa y la elimine más fácilmente. Su aumento provocaría agresividad e irritabilidad; su bajada, pérdida de deseo sexual. 

Cortisol. 
Regula la respuesta del organismo ante el estrés, activando la producción de adrenalina. Si suben sus niveles puede aparecer nerviosismo, ansiedad y taquicardias. Si son muy bajos, cansancio, desánimo y disminución de la masa muscular. 

Oxitocina. 
Aumenta la sensibilidad del aparato genital, el deseo y el grado de placer en las relaciones sexuales. Si desciende, habría pérdida del deseo sexual e imposibilidad para llegar al orgasmo. 

Tiroideas. 
Otra de las hormonas femeninas que más nos pueden afectar a nuestro estado de ánimo es la hormona tiroidea. Regulan el metabolismo y la forma en que el cuerpo quema las calorías de los alimentos. Cuando baja su cantidad pueden aparecer subidas de peso, fatiga crónica y depresión. Si es demasiado alta, pérdida de peso, problemas en los ojos, convulsiones, incapacidad para relajarse y ansiedad.
           


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