EFECTO MOZART
Una reciente
investigación ha probado que los ritmos musicales, las canciones melódicas y la
misma armonía de la música estimulan diversos sectores particulares del cerebro
humano, lo cual parece sugerir que la música armónica puede ser utilizada
terapéuticamente en casos de dificultades del hablar y en otros tipos de
dificultades intelectuales vinculados a la vez con el cerebro y con los
sonidos.
Otros estudios
también han probado que el hecho de hacerle escuchar música armónica a los
niños en gestación modifica considerablemente la estructuración funcional del
cerebro de los mencionados niños. También se ha comprobado que que los bebés,
durante sus primeros años de vida, son capaces de reconocer la música que
escucharon estando dentro del vientre de sus mamás. Otros estudios también
concluyeron que el coeficiente intelectual (CI) se incrementa entre los niños
que reciben aprendizaje armónico vinculado con la música en forma regular.
Entre los
niños, jóvenes y adolescentes se ha concluido que al menos media hora de escucha musical o de
aprendizaje de algún instrumento potencia la efectividad de sus sistemas
inmunológicos.
El hecho de
que se hable de un "efecto Mozart", como si solamente la música de
este compositor genere estos resultados, es un error. La expresión "efecto Mozart"
(también llamado el "síndrome de Mozart") puede haber aparecido
dentro de algún artículo periodístico los cuales buscan sintetizar en una sola
frase toda una temática. Esto significa que toda la música armónica y no
solamente la de Mozart, puede generar en los niños los resultados mencionados.
Tanto la música de Chopin como la de Beethoven, e incluyendo la música de
grupos contemporáneos como Evanescence y cualquier otra obra musical armónica
harán igualmente bien el trabajo.
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