Las mujeres de ésta
región confeccionan textiles deshilados que han adquirido fama dentro y fuera
del estado por la maestría y firmeza con que se realizan.
Como en todas las
comunidades las mujeres comienzan a entrenarse en éstas tareas desde pequeñas,
haciendo servilletas y prendas sencillas que con el paso del tiempo alcanzan
complejidad. Con aguja y navaja como únicas herramientas las mujeres mueven con
destreza los dedos y manos quitando y entrelazando los hilos.
En el deshilado la tela se tensa en un bastidor de madera y se señala el
espacio donde se realizará la labor. Se cuentan los hilos de tres en tres,
cortándolos con la navaja, acción a la que se conoce como “embarcinar”, ya
deshilada el área de la prenda se da forma al cuadriculado con aguja e hilo,
creando flores, animales o figuras geométricas que serán el adorno del atavío
(rebozos, blusas, camisas para hombre, vestidos (incluyendo los de novia) y
mantelería. Se confeccionan además almohadones, sábanas y cortinas.
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