Pensador y líder del nacionalismo
indio. Es la personalidad indígena más relevante de la historia india
contemporánea. Domina la escena política y social de la India durante la
primera mitad del siglo XX. Valioso legado de su actividad encaminada al bien
de sus compatriotas y a la independencia de su país en el marco de una
extraordinaria concepción filantrópica y humanitaria, ha quedado la obra
titulada por él Historia de mis experiencias con la verdad (que en su primera
redacción data de unos veinte años antes de su muerte), una mole ingente y
varia de artículos publicados en revistas y periódicos, numerosos discursos
oficiales pronunciados en la India y en Inglaterra y las abundantes alocuciones
de carácter familiar y paternal dirigidas al pueblo y cuyo vivo y religioso
recuerdo se mantiene todavía.
Pasó la infancia en un ambiente
familiar ordenado y recogido que dejó en él una huella indeleble. Su padre era
funcionario estatal de grado elevado y su madre conservaba una fe religiosa
apasionada y operante que se remontaba a las antiguas y sagradas tradiciones
brahmánicas e hindúes. Después de haber seguido en su patria un curso regular
de estudios y cuando tenía cerca de veinte años, mantuvo durante tres años un
primer contacto directo con la cultura occidental, viviendo en Londres, donde
esperaba perfeccionarse en los estudios jurídicos.
Regresó después a la India; pero no
permaneció allí mucho tiempo. Los ideales que guiaron toda su vida y que se
identifican con un ardiente amor a la India (cuya antigua civilización y
algunas épocas gloriosas de su historia trimilenaria se le aparecían como
firmes bases para la deseada unión nacional) y una necesidad innata de llevar a
cabo la difícil misión con un espíritu de amor y caridad hacia la humanidad
entera, comienzan a revelarse públicamente con el generoso impulso con que
Gandhi -habiéndose trasladado en 1893 al África meridional- se dedicó a
realizar la obra de redención y de elevación moral y social de muchos millares
de indios allí residentes.
Numerosas y variadas fueron sus
iniciativas humanitarias; instituyó colonias agrícolas y hospitales, y, sobre
todo desde entonces, trató de eliminar las castas y religiones que dividían a
su pueblo. En sus relaciones y en sus inevitables choques con las autoridades
gubernativas de Sudáfrica inauguró un método de lucha, o mejor de resistencia
que mantenía el respeto a la persona humana y evitaba la revuelta armada; y ya
en África, en 1906, puso en práctica el "satyagraha"
("obstinación por la verdad"), conocido en Occidente con el nombre de
"resistencia pasiva".
Regresó a finales de 1914 a la
India, donde llevó una vida retirada hasta 1918, término de la primera Guerra
Mundial. A partir de este año, Gandhi fue prácticamente el jefe del movimiento
nacionalista. Su bandera, al principio la simple "autonomía", que
toma su base de la "autonomía económica" a la que se llega mediante
la "no colaboración" y después con la "desobediencia
civil", pasa a ser en fin el símbolo de la "independencia nacional"
("svaraj").
1920 señala una fecha importante en
la vida de Gandhi, porque fue precisamente en este año, en ocasión de la sesión
extraordinaria del Congreso Nacional Indio en Calcuta y en la ordinaria
celebrada poco después en Nagpur, cuando Gandhi obtuvo un gran éxito personal,
por cuanto en la primera fue aprobada y en la segunda ratificada la puesta en
práctica de una gradual resistencia pasiva, deseada y ardientemente propugnada
por Gandhi.
Se convierte entonces en
primerísima figura, no sólo en el seno del Congreso, sino en toda la India; y a
este año se remonta el título de "Mahatma", que el mismo pueblo le
confirió en un impulso espontáneo de entusiasmo y de devoción; y dicho apelativo,
que significa literalmente "el magnánimo" y alude a sus dotes de
"profeta" y de "santo" que las masas le reconocían, lo
glorifica y lo señala para la posteridad.
Los períodos sucesivos de la vida
de Gandhi muestran una ininterrumpida serie de episodios durante los cuales
continuó su actividad política, con pausas más o menos largas pasadas en duras
prisiones. De 1930 es una vigorosa llamada directa al pueblo, redactada por
entero por Gandhi y sancionada por el Congreso; llamada en la que se siente
vibrar toda la pasión y todo el amor de Gandhi por su tierra madre y su anhelo
por liberarla de la dominación extranjera. De aquel mismo año es su valerosa
actuación contra las leyes del monopolio de la sal y su memorable marcha de
tres semanas, osada y simbólica al mismo tiempo, realizada en medio del
entusiasmo irrefrenable de las muchedumbres a lo largo del recorrido que separa
la ciudad de Ahmedabad de la pequeña localidad costera de Dandi.
A finales de 1931 participa en
Londres en la segunda conferencia de la Mesa Redonda. Pero la conferencia marcó
un fracaso para la causa india. Vuelto a su patria, Gandhi vivió durante
algunos años apartado de la política oficial; pero dedicado a su apasionada
atención a los problemas sociales, especialmente al concerniente a los
"intocables". Reapareció en la escena política en 1940, durante la
segunda Guerra Mundial, y con indómita constancia, continuó luchando -siempre
inerme- por aquellos ideales de cuya fe nunca se apartó; y así mantuvo una
esperanza inquebrantable hasta el día de su sacrificio.
Gandhi ha sido jefe y maestro de su
pueblo y lo ha guiado a la consecución de la meta que había soñado
ardientemente. Gandhi vio la India independiente, aunque no se haya verificado
su deseo de fundir hindúes y musulmanes en unitaria convivencia. Y,
ciertamente, ello constituyó una espina, a la que se añadieron las amargas
desilusiones y dolores por las violencias y los estragos que acompañaron al
nacimiento de la Unión India y del Pakistán.
Extraordinaria figura de asceta
indio, Gandhi no pasó su existencia en el tradicional eremitorio solitario,
sino que fue impulsado por su infinito amor a su tierra madre y a sus hermanos
a vivir -excepto algunos breves paréntesis- en medio del mundo y a practicar
sus virtudes ascéticas, aun permaneciendo en contacto con gobernantes y métodos
políticos del pleno siglo XX. El amor ("ahimsa") fue su arma
política, y se nos aparece totalmente dominado por aquel sentimiento de bondad
y de afectuosa dulzura que es la nota dominante del Visnuísmo.
Sus repetidos y dolorosos ayunos
(realizó dieciséis, el último de ellos pocos días antes de su fin en un intento
de conseguir la paz religiosa de toda la India) eran la prueba de una completa
entrega a su causa y consiguieron la devoción de las masas; su palabra
apasionada las entusiasmaba, sus plegarias y sus invocaciones al dios Raro,
recitadas en público, conmovían y arrebataban al auditorio. Actuó políticamente
siguiendo medios que estaban en neto contraste con la práctica dominante,
consideró despreciable el principio según el cual el fin justifica los medios,
principio que muchos siglos antes, un maestro indio de política, Kautilya,
había exaltado y puesto en práctica con un realismo sin escrúpulos.
Pero el método, diríamos
evangélico, predicado y realizado por Gandhi consiguió el deseado triunfo. El
desconsolado anuncio hecho a las gentes de que el padre ("bap") había
muerto, el dolor del pueblo impresionado por la noticia del trágico fin, la
consagración de sus cenizas, sumergidas religiosamente en numerosos ríos
sagrados del inmenso país, revelaron al mundo que la India había perdido a su
más grande santo de la Edad Moderna.
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