Acerca de la naturaleza humana
No
importa de qué capítulo del catálogo delictivo provengan -fraudes impositivos,
espíritus en venta, salideras bancarias o cualquiera de las muchas variedades
de la inmoralidad... empezar el día con una lista de noticias policiales es
francamente descorazonador en cualquier momento del año.
Pero si la información
periodística cercana a la Navidad, época en que salen a relucir los mejores
deseos, incluye las atrocidades más siniestras que se puedan imaginar, como
asesinatos de chicos indefensos o femicidios múltiples, ya se torna francamente
intragable.
Sin duda, la criminología
tendrá explicaciones para entender estos oscuros extremos de la psiquis, pero a
veces uno duda de que los humanos hayamos superado la Edad de Piedra... Por
suerte, hay quienes opinan lo contrario. El célebre -y controvertido- psicólogo
canadiense y profesor de la Universidad de Harvard Steven Pinker, autor de El i nstinto del lenguaje (y una larga
lista de best sellers), intenta demostrarlo a lo largo de 802 páginas en el
recientemente publicado The
Better Angels of Our Nature (algo
así como Los mejores ángeles
de nuestra naturaleza , Allen
Lane, 2011).
Según Pinker, bajo nuestra piel
depilada no se aloja un homínido sediento de sangre. Es más, aunque la
profusión de cadáveres y cuerpos destrozados que nos llegan desde los cuatro
costados del planeta parezcan desmentirlo, la civilización actual sería mucho
menos violenta que la de siglos precedentes.
En un artículo para Nature , Pinker asegura que si se
cuantificaran las muertes ocurridas en esos tiempos por imperios que
colapsaban, maníacos conquistadores, ventas de esclavos y aniquilaciones de
pueblos nativos, serían comparables a las causadas por cada una de las dos
guerras mundiales. "La arqueología y la demografía etnográfica sugieren
que alrededor del 15% de las personas que vivían en sociedades en las que no se
había constituido el Estado morían violentamente. Sería cinco veces la
proporción de ese tipo de decesos que se registró en el siglo XX por la guerra,
el genocidio y las hambrunas por causas humanas combinados", escribe. Y más
adelante se pregunta: "¿Por qué nos llevó tanto tiempo darnos cuenta de
que había algo un tanto mal con comprar y vender esclavos, pegarles a los
chicos, violar a las mujeres, apresar a homosexuales, exterminar a indígenas o
hacer la guerra para reparar la vanidad ofendida de los reyes?". Su
respuesta es que ahora somos más pacíficos porque somos más inteligentes.
"Las neurociencias indican que la moralidad no sólo se controla por los
circuitos de la emoción -dice-, sino también por los del pensamiento abstracto."
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