Existen varias formas de
comportamiento irrazonables que se clasifican como trastornos del control de
los impulsos. Aparte de las dependencias toxicofílicas y las parafilias
sexuales que se exponen en otros apartados (véanse drogas y trastornos
psicosexuales), los más frecuentes son la cleptomanía, la piromanía, el juego
patológico y las crisis accesionales de violencia.
Todos poseen tres rasgos comunes:
a) El acto es socialmente indeseable, el deseo o impulso es muy frecuente y
fracasan los intentos de resistirlo, b) Ante la posibilidad de cometer el acto
se presenta una desazón, inquietud e impaciencia creciente, con fuerte carga
emocional, c) Al realizar el acto, siente placer, descarga, alivio; aunque
luego tenga sentimientos de culpa o temor y prefiriese no haberlo realizado. La
presencia de estos factores comunes da unidad a un grupo tan heterogéneo de
trastornos de la conducta.
El cleptómano sabe que lo es y
las consecuencias que tiene. Lo han descubierto en varias ocasiones y, aparte
del rechazo social puede encontrarse en conflictos más serios cuando roba en
tiendas o grandes almacenes y lo denuncian. Se controla cuando nota que lo
pueden descubrir. Al ser descubierto queda abrumado, llora de desesperación,
intenta no volver a entrar en los establecimientos donde sabe que está más
expuesto, pero una creciente impaciencia lo lleva de nuevo a las mismas
situaciones.
Responde a un conflicto
emocional, que se descarga simbólicamente con los hurtos. El cleptómano es
consciente de sus actos en todo momento, por tanto se le considera responsable
en los códigos de la mayoría de los países, a no ser que pueda demostrarse la
imposibilidad de autocontrol. El tratamiento es psicoterapia, y es difícil.
EL JUEGO PATOLÓGICO. Es el
tradicional «jugador vicioso» que se arruina en el juego y luego hace desfalcos
para tapar las deudas, y destroza su vida familiar y profesional. Presenta
rasgos comunes del grupo que describimos: deseo irrefrenable, tensión y
excitación previas y descarga al realizar el acto. Las tendencias a regresar al
juego aumentan en los períodos de sobrecarga emocional o de esfuerzo. El
jugador atribuye siempre sus problemas a «una mala racha» que está convencido
que va a superar la próxima vez. Obtiene el dinero de otras personas, lo
sustrae o hace una estafa, fraude o desfalco, en general con el vago propósito
de devolver luego lo adeudado. Es de modificación muy difícil.
HOMICIDIOS MÚLTIPLES
IRRACIONALES.
TRASTORNO EXPLOSIVO INTERMITENTE.
Ocurre repetidamente en individuos aparentemente normales, que fuera de estos
episodios no tienen conducta violenta en su vida cotidiana. Repentinamente, sin
que se produzca una provocación importante, entran en un estado de arrebato y
rompen muebles y objetos de cualquier tipo. Cede en pocos minutos y luego
lamentan lo ocurrido. A sus amistades las sorprende si no presenciaron otro
episodio. En alguno se aprecian síntomas vegetativos prodómicos que avisan que
puede ocurrir. También se conoce como personalidad explosiva.
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