Pitágoras decía que el orden
es el más hermoso ornamento de una casa, pero Baudelaire reclamaba el desorden
como uno de los derechos básicos del individuo. Está claro que entre la chapuza
y la falta de organización, que abocan al fracaso, y el perfeccionismo, que
lleva al derroche del tiempo, debe haber un punto intermedio. ¿Pero tú en que
lado de la balanza te encuentras?
Inmaculados por fuera…
¿Vivimos la tiranía del orden?
¿Es un valor en alza? Clasificar, arreglar y organizar. Si estas son tus
actividades mejor apreciadas, perteneces a la gente ordenada. “Evidentemente”,
asegura la psicóloga Alicia López de Fez, fundadora y directora del centro que
lleva su nombre, “estas tareas tienen un valor intrínseco: es más fácil
encontrar algo si todo está ordenado”. Pero a veces la obstinación por el orden,
por una impecable geometría en la disposición de las corbatas, las toallas y
las camisas, hace suponer un derroche de tiempo y esfuerzo casi grotesco,
además de un ansia inalcanzable de: “Corregir la vida en sus aspectos generales
o evitar las catástrofes inesperadas”, concluye la experta.
... Y también por dentro
El escritorio de una persona es
un fiel reflejo de su personalidad. Así lo interpreta López de Fez: “Un escritorio ordenado en exceso y de una
forma escrupulosamente lógica habla de una personalidad quizá poco espontánea,
con escaso sentido del humor y que huye de la improvisación”. En orden
o en desorden, el ser humano necesita guardar con celo ese espacio
vital exclusivo donde trabaja, y a la vez construye su vida y forja su
identidad. Por eso, en su justa medida: “Ser meticuloso (si no se convierte en
manía) trasciende a nuestra vida, nuestras prioridades, nuestras ideas y
nuestro proyecto personal. Conduce a que la persona sea más libre, responsable
y madura”, concluye la psicóloga.
Poner cada cosa en su sitio puede
alargar la vida
¿Revolvería nuestras caóticas
conciencias saber que el orden
podría permitirnos rebañar algún año más a la vida? Como dice el sociólogo Josep
Marc Laporta, la disciplina vital en su justa medida es uno de los principales
antídotos contra el estrés y la vida acelerada del hombre actual. Pero ese
problema parece tener fácil solución: una existencia ordenada y metódica
certifica nuestra longevidad.
Una garantía de eficacia
Aun partiendo de que no existe un
criterio unívoco, ni irrebatible, de este concepto, el psicólogo Guillermo
Ballenato Prieto, responsable de Orientación Psicológica de la Universidad Carlos III de
Madrid y experto en gestión del tiempo, menciona algunas de las ventajas de un
empleado ordenado:
- Trabaja mejor en equipo y contribuye a mejorar la productividad
- Es disciplinado y con mayor espíritu de sacrificio. Su rendimiento es más alto
- Simplifica las tareas, y aporta seguridad y equilibrio
- Mayor fuerza de voluntad
El orden
se aprende...
“Hasta ahora, ningún científico
ha dado con un hipotético gen que explique nuestra mayor o menor capacidad
organizativa. Como cualquier otro rasgo de conducta que implique disciplina, la
educación y el aprendizaje son el único modo de alcanzarla”, advierte el
psicólogo Guillermo Ballenato. Y si bien es verdad que, una vez arraigada, se
convierte en rutina, también lo es que el
mal hábito resulta difícil de reparar. Tanto el orden
como el desorden, según indica el psicólogo son conductas aprendidas,
sobre todo por imitación. De acuerdo con Ballenato, el orden
se inculca desde tres frentes: “Firmeza, coherencia y seguridad, y siempre con
un adecuado entrenamiento”.
... Y también se cura
Todo lo ventajoso que puede
llegar a ser el afán por el rigor y la pulcritud, sobre todo en ciertas
actividades, puede volverse inservible, e incluso estrafalario (aun sin rozar
lo patológico), si el individuo no tolera el desorden
que se encuentra de manera natural en el mundo y en la conducta humana. En
países como Estados Unidos, intransigente con la desorganización, los
profesionales de la salud mental empiezan a atender a personas que necesitan
aliviar su nivel de exigencia y asumir que, como indica el neuropsicólogo Jerrold Pollak, del Seacoast Mental Health Center: “El orden
total sería un intento fútil de negar y controlar lo impredecible de la vida”.
Disciplinados y maniáticos
Si para el filósofo Fernando
Savater el orden es un modo de sacar provecho del tiempo y de paso
organizar su cabeza con respecto al resto del mundo, según sus criterios
personales, David Beckham lo ha convertido en manía. El futbolista vive obcecado por
las líneas y ángulos rectos, y cuelga las camisas por colores. Para
el actor Hugh Grant, el orden
es una prolongación de sí mismo, de su carácter racional y lógico. En cambio,
Julio Iglesias se lamenta por el tiempo que le ha hecho perder su obsesión por
el orden.
Hasta la cantante Amy Winehouse, tan propensa a otras manías menos saludables,
optó por la adicción al orden
y pasaba largas horas limpiando para mantener su casa bajo control; y de paso,
también su mente.
El doctor Eduardo García-Camba, jefe de Psiquiatría del Hospital de la Princesa de
Madrid, nos ayuda a identificar ciertas manías que, por
pintorescas, podrían traspasar el límite de la sensatez para entrar en el
terreno de lo patológico. El experto explica que organizar la vida según
patrones que siguen una precisión milimétrica, asearse siguiendo cierto ritual,
perseguir la perfección…, no son sinónimo de equilibrio, sino conductas enfermizas
que perjudican la vida cotidiana de quien las padece. En psiquiatría es un
indicio evidente de la cuarta
alteración de la personalidad más frecuente, el trastorno obsesivo compulsivo, que provoca ansiedad
y sufrimiento, y requiere intervención médica para aliviar la ansiedad.
Cómo reconocer esta patología:
- Esta conducta genera dosis elevadas de sufrimiento y malestar.
- Consume demasiado tiempo en tareas improductivas e inútiles.
- La necesidad de ordenar provoca verdadera angustia.
- A menudo, los pensamientos obsesivos tienen un componente estrafalario: “Si no coloco en tal disposición, ocurrirá tal cosa”.
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