Convivir con la naturaleza (foto de Jaime Cristóbal López)

viernes, 8 de marzo de 2013

Cómo castigar y premiar a los niños







¿Son útiles los premios y los castigos para educar a nuestros hijos? Todos los padres y educadores utilizamos los premios y los castigos con nuestros hijos, pero… ¿Son eficaces para la educación de los niños o más bien nos ayuda a malcriarlos? Eso dependerá del modo en que los apliquemos.

Cómo castigar el comportamiento del niño
Castigar es una forma de cortar un comportamiento que no se puede pasar por alto. Los castigos pueden ser eficaces si se utilizan correctamente, pero si usamos el castigo muy frecuentemente para corregir toda conducta desagradable producirá consecuencias como que el niño suprima su conducta por un corto tiempo, pero en breve vuelva a repetirse y además vamos perjudicando la relación entre el educador o padre e hijo, ya que el pequeño puede sentir un cierto rechazo afectivo.
El castigo será eficaz si el niño sabe exactamente porqué está siendo castigado y asume su culpa, es muy bueno que en caso de niños de mayor edad puedan imponerse ellos mismos el castigo, llegando a un acuerdo con los padres pero sobretodo; el castigo para que funcione debe de ser inmediato y proporcional a la conducta realizada, hay que dejar de lado la frase que escuchamos una y otra vez de “Ya veras cuando venga tu padre…” debe de ser justo en el momento que se realizó la conducta indeseada, y si en ese momento está la madre sola, la abuela, el tío… debe de ser esa persona la que debe de imponer el castigo y a proporcional me refiero a no poner fuertes castigos por pequeñas conductas negativas y viceversa.

Cómo premiar el comportamiento del niño
 
Tanto pequeños y grandes, cuando encontramos satisfacción por haber hecho una determinada cosa tendemos a repetir esta conducta, si premias a un niño por haber hecho algo gratificante es muy probable que esta situación se vaya repitiendo en el futuro. Y con premiar no me refiero a comprarle un juguete o una chocolatina, sino a un simple “¡Muy bien!”, “Enhorabuena, que contento/a estoy contigo” o “¡Sigue así!”, muestras de afecto como besos, abrazos, miradas, caricias… Realmente estos son las recompensas que a todos nos hacen sentir mejor.
 
Podemos utilizar diferentes tipos de premios, valorando cual es el más adecuado para la ocasión:

Premios imprevistos, son aquellos que se dan sin previo aviso para recompensar una buena conducta.
Premios previstos, son las recompensas pactadas anteriormente, el deseo de conseguir dicho premio ayuda a regular la conducta.
Premios por entregas, son una especie de puntos acumulables, cuando se consigue una cierta cantidad se adquiere el premio.
Premios liberadores, son los que permiten librarse de tareas desagradables.
El refuerzo positivo siempre será más eficaz que la represión, aunque el castigo en muchas ocasiones será inevitable, es preferible que el niño esté más acostumbrado a recibir recompensas por sus buenas acciones que no castigos por las malas. El equilibrio está en saber coronar y en saber decir NO cuando sea necesario, pero siempre en el momento preciso.

Por último recordar el dicho:
“Los niños tienen más necesidad de estímulo que de castigo” (Fenelón).

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