Convivir con la naturaleza (foto de Jaime Cristóbal López)

viernes, 8 de marzo de 2013

El escuchar y el oír



 

 ¿Por qué la gente común no gusta de la música clásica? Después de pensar mucho tiempo llegué a la humilde conclusión: 

 La gente no gusta de la música clásica porque simplemente no escuchan.

Ahora daré mis definiciones de  escuchar y  oír, las cuales son acciones de apreciación que corresponden a la música clásica y la popular respectivamente. La diferencia entre los conceptos de escuchar y oír probablemente no sea algo nuevo, pero constantemente olvidamos esta diferencia y solemos utilizar los dos verbos como sinónimos. 

La música clásica se escucha. El escuchar es un trabajo mental, no solo basta con estar sentado recibiendo las ondas sonoras con nuestros tímpanos. Se tienen que realizar diversas tareas en el cerebro y generar impulsos nerviosos dentro de la mente, para así lograr “sentir” todo lo que el estímulo está trayendo consigo. Esto puede implicar pensamiento, análisis, interpretación, síntesis y demás actividades cognitivas y emocionales también. Requiere voluntad y (a veces) un poco de esfuerzo; por lo tanto, incluso puede cansar. Para sintetizar, podemos definirlo como la percepción auditiva profunda.

El escuchar demanda toda la atención, es un trabajo mental completo.

La música popular se oye. El oír no es un trabajo. Simplemente basta con permanecer sentados, parados o caminando, recibiendo las ondas sonoras hacia nuestro oído, ya sea que lo hagamos exclusivamente para oírla o realizando otra actividad al mismo tiempo. Los impulsos nerviosos creados por naturaleza fisiológica harán lo suyo, estos impulsos viajan por las conexiones neuronales ya establecidas y generarán una respuesta obvia o establecida para cada organismo. La respuesta que varía entre los individuos es el gusto, o el disgusto, el efecto de risa, de bienestar, de ganas de moverse, de llanto, de tristeza o alegría, en fin, cualquier respuesta emocional por las que tanto éxito tiene la música popular. Como contraparte del escuchar, hay que considerar el oír como una percepción superficial. Llamo superficial solo a la percepción, no a la respuesta del organismo, y aclaro esto último porque sé que se puede sentir una respuesta emocional que no se percibe nada “superficial”.

El oír no es un trabajo, por eso se pueden realizar diversas actividades mientras se oye.

Algo que se debe hacer notar es que ambas acciones, generan placer. Pero (por lo menos en una opinión personal) el placer es correspondiente a la cualidad que tenga la percepción, es decir, profunda o superficial.

La diferencia es tan marcada que no se puede (o resulta improductivo) intercambiar las acciones correspondientes a las “músicas”; esto con sus respectivas y graduales excepciones dejémoslo en claro. Aquél día estaba yo a unos cuantos metros de una jovencita que trabajaba tranquilamente en su laptop, y ella parecía estar disfrutando el track que sonaba en las débiles bocinas de la máquina. La pieza era una aria de ópera, no me acuerdo cuál (probablemente ni la conocía); pero no sé si fue por la pésima calidad de sonido o por la distancia, pero a mí me fue totalmente incómodo estar con esa pista en ese momento. Lo que pasaba es que yo hacía otras cosas, y por lo tanto  no podía realmente escuchar la pieza.  A eso aumentemos la pésima calidad de sonido. Lo más probablemente es que ella estaba escuchando y yo solo oyendo. Algo similar me pasó cuando un conocido intentó verse muy culto (o alguna otra pretensión quizá) poniendo en su celular el célebre canon de Pachelbel, pero tal se oía horrible en esa pequeña bocinita, que no se podía decir que realmente estábamos escuchando la obra; y recibiendo nada más las ondas sonoras en mi cabeza, realmente me parecía, no solo desagradable, sino hasta molesto. Eso puede pasar cuando se oye la música clásica, se percibe aburrida, sin sentido o incluso molesta; esto sucede porque se le está cometiendo una percepción superficial (como si se tratara de música popular).

Por otro lado, si escucháramos verdaderamente y con toda la atención que demanda la escucha de música clásica a las canciones que suenan en la radio (la música normal), resultaría que prácticamente todas (intuyo más de 90%) son simples, prefabricadas, repetitivas, sin valor artístico. Por eso la música popular se debe oír, no se le debe de hacer una percepción profunda.

Con el tiempo se puede oír fácilmente música clásica, pero solo si ya se tiene el gusto bien fundado. De esa manera las ondas sonoras llegan al tímpano y  luego se desencadenan impulsos nerviosos al cerebro quien ya tendrá conexiones correspondientes para generar una respuesta agradable. Aún así hay que recordar que el placer será tal cual sea la percepción.
Tomado de:
http://clasicoobservador.blogspot.mx/2011/05/el-escuchar-y-el-oir.html


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