Publicado por ProAstronomía en
febrero 8, 2011
Por Carlos Heredero
Si eres buen observador, habrás
notado que, con el tiempo, existen cambios en las temperaturas, en las lluvias,
y otros factores meteorológicos. Cuando estos cambios responden a un ciclo que
se repite cada año, estamos hablando de las ESTACIONES.
Las estaciones son cuatro, y
seguramente las conoces: primavera, verano, otoño e invierno.
En cada una de ellas las condiciones
son diferentes. En invierno, hace frío y llueve poco, y en verano llueve mucho
y hace calor. En cuanto a la primavera y el otoño, aunque a veces son poco
notables, se destacan porque en la primera, florecen las plantas y los animales
se reproducen, y en otoño, las hojas caen de los árboles.
Todos estos sucesos responden a
cambios mayores en la naturaleza. Pero la razón fundamental para que ello
ocurra no está dentro de nuestro planeta, ni tampoco en la atmósfera. Las
causas de las estaciones provienen del exterior, sobre todo del movimiento de
nuestro planeta alrededor del Sol.
Como ya debes conocer, la Tierra gira
alrededor del Sol en un recorrido al que se le llama “órbita”.
La orbita de la Tierra es muy parecida a un
círculo, y más adelante profundizaremos en ello. Por ahora, puedes considerarla
precisamente así, un círculo. Es suficiente para lo que deseamos explicarte.
Nuestro planeta demora un año en dar
su vuelta alrededor del Sol, completando el círculo. Y ya debes saber que un
año son doce meses.
Si dividimos este círculo en cuatro
partes, resulta que la Tierra demora tres meses en recorrer cada una de estas
partes. Por tanto, como las estaciones son cuatro, cada una durará
aproximadamente tres meses.
Pero la órbita de la Tierra no es lo
único que influye en las estaciones. De hecho, hay algo más importante metido
en este asunto. Es la inclinación del eje de rotación de la Tierra. Veamos como
te explico esto de forma fácil.
Tal vez tú hayas jugado en alguna oportunidad con
un trompo. Cuando lo lanzas con velocidad, y lo pones a girar, él se mantiene
parado sobre su punta. Pero esta posición solo puede continuar así mientras
esté girando, porque en cuanto se detiene, cae de costado. A ese movimiento de
giro se le llama en física “rotación”. Y a la línea que pasa por su punta y
alrededor de la cual gira, se le conoce como “eje de rotación”.
Hay un hecho muy curioso, y es que
cuando algún cuerpo gira, la velocidad que tiene trata de mantener su
posición. Por eso el trompo está de pie sobre su punta mientras gira. A la
Tierra le pasa igual, como su eje gira constantemente tiende a mantenerse
apuntando en la misma dirección.
Pues bien, nuestro planeta rota alrededor de un eje
central, y este movimiento de rotación es la causa de que ocurran los días y
las noches, cosa que te explico en otro artículo de este mismo sitio.
Pero el eje de rotación de la Tierra
no está vertical, como el del trompo. En la realidad, está un poco inclinado,
de forma que este eje no queda de frente al Sol.
Observa la siguiente figura, y sigue
al planeta Tierra en su órbita alrededor del Sol:
Aquí te pongo una figura donde he
dibujado la Tierra en cuatro posiciones distintas, que corresponden a las
cuatro estaciones. Si miras con cuidado, notarás que el eje de rotación de la
Tierra está siempre inclinado en la misma posición, a pesar de que el planeta
se mueve por su órbita.
Entonces ya sabemos lo suficiente para entender la
causa de las estaciones, que realmente te explico ahora con detalle.
De acuerdo a la posición del eje de
rotación y de la Tierra en su órbita, dependerá de ello la cantidad de luz y
calor que cae sobre la superficie terrestre. Y esta es la razón fundamental de
las estaciones: la variación en la cantidad de calor que recibimos desde el
Sol.
Para estudiar La Tierra la dividimos
de muchas formas, por ejemplo, en hemisferios. Un hemisferio es la mitad de la
esfera que es nuestro planeta. La mitad “superior”, que incluye al polo norte,
se le llama hemisferio norte. La otra mitad, la que tiene al polo sur, es el
hemisferio sur. Nota que en este gráfico es el hemisferio sur el que recibe más
luz y calor.
Ya te expliqué los hemisferios
terrestres. Un dato interesante es este: el hecho de que el eje de rotación de
la Tierra esté inclinado, hace que las estaciones sean opuestas en cada uno de
los hemisferios, porque cuando el hemisferio norte esta menos iluminado, el sur
recibe más luz. Así que cuando en el norte es invierno, en el sur es
verano. Esto es algo que debes recordar siempre, porque muchas personas lo
olvidan, o no lo saben.
En la realidad, lo que sucede es que
los rayos solares llegan más o menos inclinados, en dependencia de la
inclinación de la Tierra. Y cuando llegan más inclinados, calientan menos la
superficie terrestre.
Conociendo esto, veamos ahora cada
una de las estaciones.
Invierno: La Tierra Tiene su eje
inclinado de forma que su polo norte apunta lejos del Sol. En la zona norte del
planeta llegan los rayos solares con mayor inclinación, por lo que calientan
menos la superficie. Al haber menos entrada de calor, la tierra se enfría.
Primavera: Los rayos solares caen
cada vez más perpendiculares, y comienzan a calentar la superficie. En las
zonas heladas, el hielo se derrite.
Verano: El polo norte del eje
terrestre está inclinado hacia el lado del Sol, los rayos solares caen
verticalmente sobre el terreno. El calor puede entrar más fácilmente a través
de la atmósfera y calentar el suelo. Hace calor y se evapora más agua de los
ríos y mares, así que hay más lluvia.
Otoño: La inclinación del eje
terrestre comienza a aumentar de nuevo, por lo que el calor comienza a
disminuir. Los árboles se preparan para enfrentar el invierno, perdiendo sus
hojas.
Como puedes ver, las estaciones son
consecuencia de dos cosas fundamentales: la inclinación del eje terrestre (sin
la cual no habría estaciones) y el movimiento anual de La Tierra alrededor del
Sol.
Hay algunos otros factores que
influyen en las estaciones, y existen otros ciclos de la naturaleza que
participan de todo lo que llamamos el clima. Pero eso es otra historia
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